Cortisol alto: los peligros de tener disparada la hormona del estrés
En una escala del 1 al 10, ¿qué nivel de estrés dirías que tienes? Según un reciente estudio internacional presentado por la Fundación Axa, las estadísticas reflejan que el 62% de los españoles dicen sentirse bastante estresados, y las mujeres son más propensas a sufrirlo.
El cortisol, conocido comúnmente como la «hormona del estrés», desempeña un papel clave en nuestra respuesta al estrés y, aunque a menudo se demoniza, en realidad lo necesitamos para levantarnos por la mañana, cargarnos de energía, concentrarnos mejor e incluso reforzar nuestras defensas: «Cuando nos enfrentamos a un reto, el cortisol nos da ese empujón extra para superarlo», explica la neurocientífica Dra. Tara Swart. Sin embargo, cuando nuestros niveles de cortisol se mantienen elevados durante largos periodos de tiempo, sus beneficios pueden convertirse en gajes, y nuestra salud puede resentirse: «El estrés crónico, y en consecuencia los niveles elevados de cortisol, pueden perjudicar la función cognitiva, la memoria y el estado de ánimo. También puede aumentar el riesgo de ansiedad y depresión», afirma la Dra. Swart.
A continuación, la experta enumera las señales de alarma asociadas al cortisol alto:
Señales de cortisol elevado
- Aumento de grasa en la cara, zona abdominal y la parte superior de la espalda.
- Despertarse de madrugada y/o problemas de sueño
- Tensión arterial alta
- Glucemia elevada
- Bajones de energía a lo largo del día
- Acné o piel enrojecida
- Fatiga
- Dificultad para concentrarse
- Irritabilidad
- Antojos de azúcar y sal
- Ansiedad y/o depresión
- Disminución del apetito sexual
- Problemas intestinales
Cómo reducir el cortisol
Según el Dr. Swart, es más eficaz limitar los hábitos que aumentan el cortisol que intentar reducirlo por otros medios. Entre las cosas sencillas que puedes hacer se incluyen beber suficiente agua y seguir una dieta sana y equilibrada rica en verduras de alto contenido nutricional. Evita el alcohol y el tabaco y come tres veces al día, en lugar de saltarte comidas (no comer lo suficiente también aumenta el cortisol).
En contra de la creencia popular, matarse a entrenar no es bueno para los niveles de estrés: de hecho, hacer demasiado ejercicio o con demasiada intensidad es una vía directa al cortisol alto, así que intenta entrenar con moderación. Y en el otro extremo, el sedentarismo también lo aumenta, así que escucha a tu cuerpo y encuentra un término medio.