«¿Le importa si hacemos un experimento?», me pregunta Christine Nagel, la directora de creación de perfumes de Hermès, sentada en su despacho parisino con paneles de madera y vistas a la Torre Eiffel. Me pone una baya roja seca en la mano y me pide que la saboree durante un minuto. Obedezco sin preguntar: estoy ante la emperatriz del perfume y no hay duda de que la creatividad tiene su método. Una vez transcurrido ese tiempo, Nagel me pide que la deje y que chupe un limón. «Confía en mí», dice, consciente de mi aprensión. Una vez más, obedezco. Y se hace la magia: el limón sabe dulce, como las cerezas, las fresas, la miel o el néctar. Tomo un sorbo de mi café (un espresso doble bien caliente, servido en la vajilla roja y blanca de Hermès) y sabe a café con leche y vainilla. “Es mi baya milagrosa, una fruta africana que recubre el paladar con una película invisible para cambiar los sabores”, explica Nagel. De ahí parte la inspiración de su nuevo perfume para la casa, Barénia, que debe su nombre al cuero especial que utiliza la casa. Se trata del primer perfume de la casa que contiene extracto de ciprés.
Cómo es eso: ¿una baya en un ciprés? La estructura de esta familia olfativa suele combinar cítricos florales y pachulí, pero una baya… Esto es cosecha de Nagel, que se inspiró en uno de sus libros de cuentos favoritos y en las leyendas africanas que leía de niña. «Ese cuento trata de un mago que vivía en un árbol botella. Los aldeanos le adoraban porque tenía un poder mágico: un pequeño fruto rojo que endulzaba cualquier cosa amarga, incluso a las personas. Cuando me hice perfumista busqué mi propio fruto rojo».
Una búsqueda en Internet le permitió dar con una baya de Ghana que parecía lograr exactamente lo mismo. Se llamaba «la baya milagrosa», y Nagel supo enseguida que había dado con la leyenda de su infancia. Aunque el extracto de la baya no era lo suficientemente fuerte como para usarlo en una fragancia, tenía un ligero aroma a fruta seca de albaricoque, así que pidió a su laboratorio que formulara a partir de él. Así nació Barénia. La experta ha trabajado en esta fragancia durante casi una década, dando pasos adelante y atrás con la fórmula y perfeccionando el aroma hasta llegar a su acorde floral, amaderado y afrutado, compuesto por la molécula de la baya milagrosa, bergamota, lirio de mariposa, roble y pachulí.
De la baya milagrosa de Ghana a los árboles hinoki de Japón, fueron los baños forestales y el olor terroso de este árbol sagrado japonés los que inspiraron Hinoki & Cedarwood, la incorporación más reciente de la línea Jo Malone London Cologne Intense. Céline Roux, responsable global de fragancias de la marca, descubrió en sus carnes el universo del hinoki hace una década, dándose un baño en un hotel de Tokio, donde sumergió unas astillas de este árbol. «No me basta con conocer la historia de un ingrediente: necesito una conectar emocional con él, vivirlo. Había algo muy romántico en el aroma del hinoki. Cada vez que volvía a Japón buscaba las virutas y me las llevaba a casa».
Las virtudes humeantes y amaderadas de Hinoki & Cedarwood son también un homenaje a un pasatiempo muy apreciado por Roux: bañarse en el bosque. «La madera de hinoki es esencial en la cultura japonesa: lo usan en forma de astilla al tomar un baño, que es como yo lo descubrí, y por su estatus sagrado solo utilizan ramas y árboles caídos para elaborar el aceite esencial. De ahí surgió la conexión con los baños de bosque. Es una forma de conectar con la naturaleza que reduce considerablemente el estrés. Mi objetivo era que al aspirar esta fragancia uno experimente la calma y la inmensidad del bosque».
