Fue justo durante el año 2000 cuando La comunidad llegó a los cines de toda España. El quinto largometraje de Álex de la Iglesia, el segundo mejor valorado de toda su trayectoria tan solo por detrás de esa obra maestra que es El día de la bestia, fue un éxito de taquilla y un fenómeno dentro del cine nacional hace ahora un cuarto de siglo. Consiguió capturar en algo menos de dos horas la esencia de un país que bullía, vivía en las mieles de una ficticia abundancia y preparaba una burbuja inmobiliaria que explotaría ocho años después y cuyos coletazos llegarían hasta nuestros días. Ahora, con motivo de su aniversario, La comunidad se reestrena en 118 cines a lo largo de todo el país y te contamos las razones que la convirtieron en una película de culto hace ya 25 años.
Se adelantó a una crisis inmobiliaria que dura hasta nuestros días.
Todo ello personificado en Julia, una mujer que trabaja en el último escalafón de una agencia inmobiliaria y que un día se ve enseñando un piso reformado en el centro, con ascensor, buenos colegios cerca y un precio que algunos todavía se podían permitir. La casa de La comunidad le voló a unos cuantos la cabeza cuando la vieron en la gran pantalla hace ahora un cuarto de siglo. Era prácticamente un loft neoyorquino, un hogar aspiracional para la clase media de un país que ya entonces veía cómo se complicaba el tener un techo propio, algo que dura hasta el día de hoy.
Mudarse a ese piso, además, suponía pasar a formar parte de una comunidad de vecinos llena de pirados. Toda una serie de secundarios a cada cual más freak que tenían como único objetivo liar a quien se quedara con ese piso (o matarlo) por culpa de una herencia envenenada que había dejado entre sus paredes el anterior inquilino: 300 millones de pesetas (al cambio, algo menos de 2 millones de euros). Los ruidos del vecino de arriba parecen una bendición al lado de esto.
Reflejó a la perfección la precariedad.
Julia es una pringada. Una agente inmobiliaria que odia su trabajo y que sueña, como todos, con vivir la vida padre que podría pegarse con esos 300 millones de pesetas que ha encontrado en una maleta en el piso de lujo que tiene que enseñar a potenciales compradores. Además, está inmersa en una relación con Ricardo, un tipo que trabaja de noche en un local y al que la vida le pasa por encima en cada una de sus jornadas laborales.
En esos dos personajes refleja La comunidad a una pareja que frisa los 50 y no ha conseguido ninguno de los sueños que se le presuponen a cualquiera: no tienen casa, sus sueldos son de risa y el futuro que les espera es tan gris como sus existencias.
Encontró en Carmen Maura a una protagonista perfecta.
Sin esa Julia a la que encarna Carmen Maura no hubiera funcionado tan bien como lo hizo La comunidad. La actriz se lanza al despiporre de la comedia, sufre en las partes de suspense y no tiene ningún problema a la hora de convertirse en la heroína de acción que el cine español de los 2000 necesitaba. Que la Maura es una de las mejores actrices de la historia en este país no es ninguna novedad, pero aquí volvía a dejarlo clarísimo y se alzó con el Goya a Mejor actriz protagonista por su trabajo.
Y en el resto del reparto a los secundarios de lujo que cualquiera quería ver en pantalla.
Terele Pávez, Kiti Mánver, María Asquerino, Ane Gabarain, Emilio Gutiérrez Caba, Paca Gabaldón, Eduardo Antuña, Mariví Bilbao, Ramón Barea o Sancho Gracia encarnan a los integrantes de esa junta de vecinos que da más miedo que otra cosa. Nadie se quiso perder la fiesta y gran parte de los miembros de esta banda volvieron a trabajar en las siguientes películas de Álex de la Iglesia, quien hizo del uso de los grandes intérpretes mayores de nuestra cinematografía en sus películas una de sus señas de identidad.
Hasta un entonces casi desconocido Luis Tosar apareció por allí.