Tener tu propio hogar es realmente emocionante. Pero también, todo un desafío. Porque vivir solo implica muchísimas libertades y, aunque no nos guste demasiado, muchísimas responsabilidades.
Porque ya lo sabemos… Tiempo no te sobra:
1. Hacer las compras
En serio. Creo que es lo más difícil. Si eres estudiante probablemente sea difícil porque no tienes el presupuesto suficiente. El problema es que, cuando ya estás trabajando y sí tienes presupuesto, no tienes tiempo. Creo que mi refrigerador nunca ha estado tan vacío como ahora que trabajo. He tratado de hacer las compras por internet también. No te recomiendo que lo hagas. Siempre se equivocan con los productos o no son lo que tú esperabas. Parece que sobreviviré a base de pasta y sopas durante semanas…
2. Mantener vivas las plantas
Cuando me mudé, creí que debía de tener plantas en casa para que estuviese linda. Como era de esperar, las flores se han ido marchitando. Y no es que no las cuide. Trato de hacerlo, en serio. No sé si las estoy regando demasiado o excesivamente poco. Pero algo estoy haciendo mal, porque en lugar de hacer de mi departamento un lugar lindo y acogedor, parece que sea una persona descuidada. Estoy considerando seriamente comprar plantas artificiales o contratar a un jardinero. No es broma.
3. Lavar la ropa
Vas acumulando la ropa sucia hasta que, definitivamente, es necesario lavar. Y puede parecer algo demasiado simple, pero no lo es. Es cierto que hoy en día hay demasiadas máquinas extremadamente fáciles de usar, pero no es mi caso: tengo una que de tiene más de 10 programas y todavía no sé cómo hacerla funcionar bien. Algunas prendas encogen, otras se tiñen de colores extraños… ¡Y para qué hablar de las manchas difíciles! Sí, lo sé. Hay lavadoras actuales que permiten hacer eso en la misma máquina. Y definitivamente tengo que conseguirla.
4. Pagar las cuentas
No es que sea difícil en sí, pero son tantas cosas que al final siempre tienes problema con alguna de ellas. Te llegan boletas del celular, la luz, el gas, el internet, los gastos comunes, las autopistas… Y todas a tiempos distintos. No es que quiera eludir mi responsabilidad: tarde o temprano las pagaré, pero es normal que alguna se me pase, ¿no?
5. Cocinar tu almuerzo de la semana
Al principio partes bien. Te preparas tu ensalada cada día. Después comienzas a dejar de hacerlo algún día, y más tarde terminas saliendo a almorzar prácticamente todos los días. El día que lo haces te das cuenta de que es mucho más fácil de lo que piensas, pero cuando llegas a casa agotada después de trabajar, te parece lo más costoso del mundo.
Lo más divertido de todo es que, el día que logras hacerlo, te sientes demasiado orgullosa de ti misma.
6. Arreglar las cosas
Y debo decir que esto se hace complicado por tramites externos. Obviamente si se trata de cambiar una apolleta no hay problema. Las complicaciones vienen cuando tienes que contratar un servicio técnico. Hace poco se llevaron mi lavavajillas diciendo que lo tendría arreglado en casa en una semana. Ha pasado un mes y todavía no lo he vuelto a ver. Lo mismo sucede cuando tengo problemas con el internet o la televisión. Es realmente desesperante, sobre todo cuando llamas cada dos días y nadie te soluciona el problema.
7. Planchar
No es que no planche, pero siempre hay algún día que lo dejo pasar y simplemente dejo colgadas las camisas. Cuando sucede esto, hay tres opciones: la primera, andar al trabajo con alguna arruguita. La segunda, planchar a toda prisa por la mañana. La tercera, darle con el secador. Funciona.
8. Armar tu casa
Armar tu hogar desde cero es mucho más complicado de lo que parece. Realmente toma muuuucho tiempo -y dinero- tener el departamento completamente listo. Al principio comencé a comprar cosas sin pensar muy bien dónde las pondría. Más tarde comprendí que lo mejor era esperar un tiempo para darme cuenta, mientras vivía en la casa, de qué necesitaba. Y aprendí a priorizar: refrigerador, lavadora, cama y sartenes son lo fundamental. Una vez que tengas eso, puedes empezar con el resto.