Todo el mundo está hablando de Chuck’s Madrid, el nuevo restaurante en el barrio de Chamberí. Tras triunfar en Milán y París, el proyecto insignia de Chuck George llega a Madrid con una propuesta que combina el lujo culinario con los hits de la conocida como fast food. Ganó popularidad por sus hamburguesas, ganando seguidores en todo el mundo; ahora, Chuck’s se presenta como un concepto elevado: más (y mejores) platos y una carta de vinos irresistible.
El espacio te conquista nada más cruzar la puerta. Un loca íntimo y acogedor, a medio camino entre un bistrot francés y un bar castizo, diseñado por el propio Chuck en colaboración con el estudio de arquitectura madrileño Barr Atelier. Llaman la atención la barra que cruza el local de lado a lado, los taburetes de metal de estilo retro, el suelo de baldosas bicolor –el original del local– y las obras que decoran las paredes, firmadas por artistas como Lucien Smith, Eliza Rutson Pang y Almudena Cañedo.
La carta promete un viaje por diferentes continentes, ya que en ella conviven las raíces filipinas y estadounidenses de su fundador con la experiencia asiática del chef ejecutivo, Gerardo David Bracho Fernández. El resultado es un menú tan corto como irresistible, que hace casi imposible dejar algo fuera de la comanda.
Entre los imperdibles destacan la Alcachofa con salsa holandesa, kale y alcaparras, el Kinilaw –un ceviche de vieira con suka y arroz frito– o las Alitas, deshuesadas y colmadas con el clásico relleno especiado de las gyozas japonesas. Aunque, personalmente, hay dos platos por los que volvería cada semana (y ninguno de los dos sorprende demasiado): su hamburguesa, una doble smash burger con queso cheddar, pepinillos, cebolla y su salsa secreta; y sus patatas fritas, aderezadas con eneldo, menta y yuzu que no se parecen a ningunas otras que haya probado antes.
