Mención aparte merece el Santuario Wellness & Spa, en el que se ofertan tratamientos en los que el bienestar se funde con el enoturismo: Spa Sommelier, lo llaman. De hecho, pude probar la experiencia Abadía Special, un ritual relajante de 90 minutos en el que las manos de la terapeuta (gracias, Ana) comparten protagonismo con una técnica milenaria de masaje que incluye pindas de lino [una bolsa de tela que contiene semillas de la uva calientes]. El proceso da comienzo con una cata que incluye tres vinos, cada uno de ellos vinculado con un aceite esencial aromático.
Uno de los pasillos del claustro y varias elaboraciones del sorprendente menú de Refectorio.E. B. M
La cuestión gastronómica es otro de los pilares de la propuesta. Abadía Retuerta cuenta con el restaurante Refectorio, galardonado con una Estrella Michelin, 2 Soles Guía Repsol y una estrella Verde [una distinción que Michelin concede en base al compromiso con la sostenibilidad]. El menú, diseñado por el chef Marc Segarra, se renueva en cada temporada y sorprende con interpretaciones de vanguardia en las que el producto de cercanía adquiere matices inesperados en el concepto del plato, la textura y el eco en el paladar. Me gustó mucho la declaración de intenciones con la que da comienzo el festín: un primer pase, Huerta de primavera, compuesto por cinco aperitivos vegetales que dejan claro desde el minuto uno que el comensal tiene por delante dos horas de absoluto disfrute gustativo y visual. Luego, tanto el Espárrago blanco, pistacho y pamplinas como el Rape, guisante lágrima y Koji me resultaron exquisitos. Ambos postres, Corte helado de miel y Torta de chicharrón, también. Por otro lado, quienes reserven en la Vinoteca, un espacio de lo más acogedor con una carta más desenfadada que el anterior, no se arrepentirán de probar la Lubina en salazón, el Steak Tartar (famoso en la región, con una ‘salsa de tabasco’ propia) y, para rematar, la increíble –y no uso ese adjetivo a la ligera– Crema helada de romero.
Una opción muy recomendable para empezar a familiarizarse con los múltiples encantos de Abadía Retuerta, incluso para quienes no estén alojados en el hotel, es contratar una visita guiada (son siempre privadas, no se mezclan grupos) por las instalaciones de la bodega, seguida de una cata de vinos. Los precios de este tipo de experiencias arrancan en 60 euros por persona y profesionales como Chisco se encargan de hacer que cada minuto sea sustancial en el aprendizaje de nuevos conceptos vinculados con el terruño, el entorno natural y los cuidados procesos de elaboración de los caldos.