Los vestidos de punto: la pieza que rehuye del verano a la que seguimos aferrándonos (y muy orgullosas de ello)
No exigen de grandes decisiones ni complicaciones estilísticas y basta con deslizarlos y acompañarlos con los accesorios adecuados para estar lista. Ya sea en versiones ceñidas que esculpan la silueta o modelos amplios de corte relajado, los vestidos de punto se adaptan con naturalidad a distintos contextos permitiendo transitar con ligereza del día a la noche sin sacrificar comodidad ni estilo.
Pero hablemos de lo que verdaderamente importa a primera hora de la mañana cuando lo único que nos apetece es desayunar en calma frente a nuestra playa favorita: la facilidad y evitar todo quebradero de cabeza que nos recalque que no, no estamos en Formentera ni en Ibiza. La clave del encanto de un vestido de punto está en que no requiere plancha, no necesita una combinación milimétrica de capas ni exige altos niveles de estilismo para funcionar. Este verano 2025 se lleva solo sin alardes, pero con un efecto inmediato. Puedes combinarlo con sandalias planas para una jornada informal, con zapatillas si el día incluye recados varios o incluso con unas alpargatas de cuña para una reunión seria de última hora.
Lo mejor de Vogue Líderes:
En su versión más ajustada abraza el cuerpo con suavidad marcando las curvas sin forzarlas y manteniendo la comodidad. En siluetas más relajadas, tipo wrap dress o de corte midi con caída recta, la comodidad se hace envolvente y abraza la rutina matutina. El tejido, siempre amable y agradable, convierte al vestido de punto en un pequeño lujo diario del que no querrás prescindir –ni para ir a la oficina ni para ir a la playa–.
Un dato muy importante a la hora de encontrar tu modelo favorito entre el mar de vestidos de punto es tener en cuenta su textura que, además de aporta riqueza visual sin necesidad de estampados ni ornamentos, también juega con los efectos ópticos. Los tejidos de canalé aportan verticalidad y alargan visualmente la figura, mientras que los modelos con trenzados, relieves o calados evocan una estética más artesanal, ideal para los días de verano con sabor mediterráneo. Un vestido de punto siempre tiene algo que contarnos, incluso cuando su diseño es básico.
Y, por qué no reconocerlo, hay algo en los vestidos de punto que nos transporta mentalmente a la playa, incluso cuando estamos sentadas frente al portátil. Tal vez sea su conexión con lo artesanal que nos recuerda a un paseo por el mercado de las Dalias en Ibiza y a lo hecho a mano. En cualquier caso, se han convertido en el uniforme no oficial de quienes buscan vivir la ciudad en un mood de vacaciones constantes.
El idilio de los vestidos de punto: