Si la versión cinematográfica de la obra se recuerda irremediablemente por el trabajo de Marlon Brando – “Olvidémonos ya de que estaba muy bueno, que sí, pero es que esto va más allá” –, esta versión, insistimos, muy fiel al texto original, busca iluminar esa relación entre dos hermanas que no saben que se necesitan, pero que están en la práctica solas ante un mundo hostil. “Es cierto que para nosotras tiene más que ver con una obra sobre dos hermanas, su encierro y cómo una decide marcharse de casa como tantas otras mujeres hemos hecho. Estamos las que nos hemos ido buscando hacer lo contrario de lo que hemos mamado en casa. Yo podría ser una Stella. En gran parte de mi juventud fui al otro extremo de lo que conocía”, razona Poza. “Es muy difícil para un actor, como le pasa a Pablo [Derqui], el tener que abordar al maltratador. Eso genera muchas conversaciones tensas porque también hay una cosa de que no se nos olvide lo que pasa en la función. Podemos justificarlo todo, pero que no se nos olvide. Pocos periodistas no hablan de la pasión amorosa o la sensualidad, pero hay muchos otros asuntos más importantes”.
La rutina de Nathalie Poza cambia profundamente cuando se ve inmersa en una obra de las dimensiones de esta. “Mi vida es un convento. Ana Gracia ayer me insistía en que había que hacer convento. De joven a lo mejor era más dispersa y llevaba peor el tener que gestionar el subidón de adrenalina y de ego. Si tienes suerte y con los años te lo trabajas, el ego se disipa, el ejercicio es mucho más de humildad y necesitas estar en una cosa más calma”, explica. “Uno saluda en el escenario agradeciendo que te hayan creído. Punto. Yo durante el día como menos así que salgo con un hambre voraz. Lo que también hago es dormir mucho”, continúa. “Suena cursi, pero te lo comparto: hay que cuidar el instrumento, que es el cuerpo, el alma y la mente. Hay que tener el corazón calmo, que es una frase de María [Vázquez] y nos lo decimos todos los días. También la espalda fuerte. Para eso, el resto del día hay que cuidarse para que la energía esté en la obra. Se acabó la juerga y la vida social está reducida a la nada”. “Hay días y días, pero si lo descuidas el instrumento no funciona bien y se ve la trampa. Ya lo decía Arvo Pärt en una frase que me encanta: ‘hay que purificar el alma porque es el instrumento a través del cual sonamos’. Si nos lo aplicáramos todos…”.
Coincide en el tiempo la parada madrileña de la gira de Un tranvía llamado deseo con el estreno de Furia, la nueva serie de HBO que dirige Félix Sabroso en el que Poza tiene un papel protagonista junto a Carmen Machi, Cecilia Roth, Pilar Castro o Candela Peña. “Es interesante la coincidencia porque se parecen bastante los personajes. Adela es una Blanche contemporánea de Usera”, introduce la actriz. Una propuesta sobre cinco mujeres que, por unas cosas y otras, están furiosas con un mundo en guerra abierta contra ellas. “Había hecho la serie La unidad y es cierto que alguna cosa con un tono parecido me había llegado, así de muerte y destrucción. Entonces apareció Félix, al que conocía de hace tiempo, y me escribió el personaje. ‘Nathalie, tengo un personaje para ti y quiero que formes parte de esto que he escrito para cada una’. Era imposible decir que no a eso”, explica sobre la llegada de este proyecto. “Me pareció increíble formar parte de ese caleidoscopio social. En el momento en el que sabes que te han escrito eso, empiezas a ver el mundo a través de los ojos de esa mujer. Era un código quizá más realista del de sus compañeras. Yo estaba justo preparando El tranvia y me pareció fuerte esa coincidencia. Se complementaban los personajes porque son mujeres que no tienen identidad y no paran de buscarla”.