Melancolía del hincha | Fútbol | Deportes

Historia del Mundo en 12 partidos de fútbol.

El atardecer de los domingos tiende a la melancolía. La hinchada futbolera puede tratar de esconderla detrás de los partidos. Antes, al disputarse prácticamente toda la jornada de forma simultánea, el ruido del estadio o el anuncio de los goles por la radio generaban una reconfortante sensación de que el ocaso de la semana aún no había llegado. Todavía quedaban cosas por vivir. Emociones por sentir. Ahora, aunque el baile de horarios atenúa esa sensación, de alguna forma se mantiene. Pero hasta la irrupción del fútbol femenino y la aparición del mundial de clubes, los años impares suponían un colosal reto emocional para el hincha, que se enfrentaba a tardes de domingo en las que un silencio abrumador y una luz esplendorosa le recordaban que algo faltaba en el ambiente. Ni Mundial de selecciones, ni torneos continentales, ni Juegos Olímpicos. Podía autoengañarse con el mercado de fichajes o ilusionarse con los partidos de pretemporada. Pero llenar el vacío de una tarde de domingo no es tarea sencilla. Especialmente cuando el cuerpo se ha acostumbrado a completarlos con emociones fuertes.

Afortunadamente, al hincha de fútbol se le ofrecen cada vez más y mejores libros para acompañar esas tardes de domingo sin competición y ampliar y enriquecer la mirada. La historia del mundo en 12 partidos de fútbol (Círculo de Tiza), es uno de ellos. Escrito por el periodista italiano Stefano Bizzoto, plantea una elegante y literaria selección de encuentros que, unidos al contexto, a sus repercusiones y a sus protagonistas, traspasan los límites del terreno de juego y se incorporan al trayecto de la Historia. La delicadeza con la que está narrada la tragedia del Gran Torino; la sutileza con la que se plantean las dudas sobre las certezas en torno a la figura de Matthias Sindelar; o la magia que desprende el relato del instante en el que George Scorey, policía a lomos de su caballo Billie, convence a la multitud de que debe salir del terreno de juego de Wembley para que se pueda disputar la final de la FA CUP de 1923. Una perfecta alineación de historias contra la melancolía veraniega de la hinchada.

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