En el año 2000, Encofrados J. Alsina –que diseña y alquila sistemas de encofrados para estructuras de hormigón– celebró su cincuenta aniversario con una cena para 2.500 personas en el Palau Sant Jordi. Allí anunció su Plan 10-10-10: llegar a 10 países y ser la décima empresa del sector del mundo en una década.
“Era una cifra redonda que mostraba muy bien nuestra apuesta por empezar a exportar”, explica en conversación telefónica Jaume Alsina Casalduero, Jaume Jr., vicepresidente y tercera generación de esta empresa familiar, que fue fundada en 1950 como almacén de madera para carpinteros, con un capital de 150 euros de la época.
“La cuestión es que lo dijimos delante de tantos testigos que no pudimos echarnos atrás”, añade con retranca. Veinticinco años después, el grupo está presente en 25 países –en 15 de ellos con unidades de negocio propias–, y aún no ha alcanzado, pero escala hacia esa cumbre del top 10 global.

- Nombre de la compañía: Grupo Encofrados Alsina
- Marca: Alsina
- Año fundación: 1950
- Producto o servicio que comercializa: alquiler de encofrados para estructuras de hormigón in situ en obra civil y edificación
- Domicilio social, localización: Carrer Camí de la Font Freda 1, Polígon Industrial Pla D’en Coll, 08110 Montcada i Reixac, Barcelona
- Empleados: 1.200 personas
- Cifra de exportación: entre un 70% y un 75% de su facturación
- Producto o servicio que exporta: alquiler de encofrados para estructuras de hormigón in situ en obra civil y edificación
- Países a los que vende en el exterior: 15 países con unidades de negocio propias y 10 más a través de distribuidores
- Tres principales mercados exportadores: Estados Unidos, Portugal y Polonia
- Su mayor reto: Ser sostenible a medio y largo plazo. Quien mucho abarca poco aprieta
- Objetivo futuro: Ser relevantes en los mercados en los que trabajan y consolidar los productos de la división de seguridad
- Un consejo: Hay que soñar pero, después, hay que ejecutar, y para eso es importante planificar, anticipar y ser muy flexibles
Entre un 70% y un 75% de la facturación actual –cifrada en 152,7 millones al año– viene de la exportación. La clave para esta compañía, que no fabrica ni vende, sino que alquila soluciones de encofrado –su fuerte es un potentísimo departamento de diseño e I+D+i– es la rotación continua de sus 3.000 referencias, o, como dice Jaume Jr., “intentar ocuparlas al máximo”.
Depende de los países pero, en promedio, el 60% de su catálogo se aplica a edificación y el 40% a obra civil. Su producto estrella –un muro muy versátil– copa el 30% de los ingresos. Últimamente ha apostado fuerte por su división de seguridad en el trabajo: pantallas de vida, barandas y catch fans, que amortiguan y absorben la energía producida por la caída de objetos, reduciendo accidentes a peatones y a la propiedad.
Alsina Casalduero se incorporó en el 2000 para pilotar la internacionalización. “Llevaba seis años en el departamento de marketing de Levis Strauss cuando mi tío Joan y mi tía Montse me sedujeron“, rememora.
La compañía había optado por replicar su modelo de negocio en otros países; la segunda opción, que era seguir creciendo dentro de España diversificando su oferta de alquiler –con grúas o casetas y lavabos de obra–, había sido descartada. “Queremos ser nicho, esto es lo que sabemos hacer”, era el sentimiento imperante. Así que un joven Jaume Jr. cambió la Diagonal de Barcelona por un polígono de Montcada, y el mundo de la moda por el encofrado de hormigón. Lo cuenta sin rastro de arrepentimiento en su voz. “Era un reto, hacer algo novedoso, y el viaje ha sido emocionante”, subraya.
Aunque no fue un camino de rosas, precisamente. En 2007, la crisis de la construcción enfrenta a la firma a una doble realidad: el mercado nacional –del que depende–, cae un 80%, mientras que Perú o Chile crecen, y Polonia va como un tiro. El stock que se devuelve en España se recoloca en lugares donde sí se construye y se llevan a cabo carreteras, obras residenciales, incluso una cárcel. Aún así, la situación es complicada.
En ese momento, Banco Sabadell, que por aquel entonces no era una de las entidades financieras de referencia del grupo, ayuda a realizar, y lidera, un préstamo sindicado. ”Se trataba de una operación delicada, y nos costó, pero Banco Sabadell demostró ser un banco de empresa, que entendió el ciclo y nuestra voluntad de continuar”, valora Alsina Casalduero. “Vio que las cosas se habían hecho bien, y que tocaba capear el temporal”, acota.

El banco ha acompañado al grupo desde entonces. “Cuando nos hace la evaluación 360º, nos manifiesta que está a nuestra disposición para fórmulas más sofisticadas de financiación”, declara el vicepresidente, que reconoce que dicha sofisticación financiera es uno de los retos; no obstante, la idea, por ahora, es seguir con una financiación bilateral, y no entrar en nada estructurado.
“No nos hemos embarcado en ninguna operación inorgánica [una adquisición], que será un momento de necesidad extra en el que recurriremos al Sabadell”, incide. De hecho, la posibilidad está sobre la mesa, ya que la compañía prevé que su futuro crecimiento en Europa tenga lugar por la vía de las compras.
Encofrados J. Alsina se abrió primero a Europa, América y norte de África, donde ya está consolidado. Su buen posicionamiento en Marruecos podría ser el trampolín para explorar la región de África subsahariana. Sin embargo, la unidad de negocio de México no aguantó la crisis por covid-19 y cerró.
A cambio, lleva desde 2011 mirando hacia Asia y Oriente Medio, consciente del potencial de crecimiento de aquella parte del planeta. Apenas ha trabajado en China, pero sí en India, donde ya cuenta con tres unidades de negocio y planea un gran hub de fabricación que, además de procurar mayor competitividad dentro del país, suministrará al resto del grupo. Mientras, trata de dilucidar si Estados Unidos, un mercado fundamental, es más una oportunidad o un riesgo, ahora que se concreta la política arancelaria del Gobierno de Trump.
“Somos glocales, una multinacional de bolsillo», insiste el portavoz de un grupo con 1.200 trabajadores en plantilla y una deuda financiera que no supera el 2%. Su hoja de ruta para 2032 apunta a un crecimiento “sostenible y equilibrado” –de entre el 8% y el 10%, apuntalado en obras singulares y grandes proyectos–, y a una facturación que rondará los 250 millones de euros, según prevé.

Pese a la magnitud de los números, Alsina Casalduero reivindica la filosofía de empresa familiar. Con una cúpula directiva en la que él se ocupa del medio plazo y su primo José David Alsina, director general, está en el día a día. Y un consejo de administración integrado por miembros de las seis ramas familiares dueñas del grupo, una por cada hijo –tres chicos y tres chicas– que tuvo el fundador.
Cuando en 1993, pasada la euforia de los Juegos Olímpicos de Barcelona, la construcción decae, Encofrados J. Alsina enfrenta una crisis que “casi nos lleva por delante”, confiesa Jaume Jr. En el consejo de administración gana fuerza la idea de cerrar. Entonces, sus tres tías –arquitecta, economista y abogada– apelan a la fortaleza y a la resiliencia del negocio familiar para convencer al resto de seguir adelante.
Hace año y medio, el director de zona del Sabadell visitó las instalaciones de Encofrados J. Alsina, y Jaume Jr. le explicó con detalle la hoja de ruta para 2032; la innovación en sensórica y trazabilidad; la mirada puesta en la sostenibilidad a largo plazo. «Las empresas familiares gozamos de la ventaja de pensar, sobre todo, en el futuro y en el legado», concluye.