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Con el ritmo que llevamos de estrenos, es fácil que se acaben colando algunos títulos que, sin grandes nombres en sus títulos de crédito o trayectoria en la temporada de premios, terminan pasando desapercibidos. Sin embargo, puede que por eso me haya hecho más ilusión encontrarme con una serie tan buena como ‘Después de la fiesta’.
Apenas tiene seis episodios (y está disponible en Filmin), pero la serie neozelandesa tiene una fuerza tan arrolladora que merece que le prestemos más atención. Aunque solo sea por ver el increíble trabajo interpretativo que hace Robyn Malcolm.
La historia arranca con Penny (Malcolm), una trabajadora social que, tras años de silencio, acusa públicamente a su exmarido, un respetado político, de un crimen que cometió hace más de una década. La denuncia acaba poniéndolo todo patas arriba y desata una espiral de desconfianza, alianzas rotas y preguntas sin respuestas.
Aunque lo mejor de ‘Después de la fiesta’ es que no es un simple thriller en el que se descubre quién miente, sino una exploración minuciosa sobre las dinámicas de poder, la memoria, y los efectos que puede tener el silencio.
Las piezas terminan encajando


Escrita por Samuel E. Shore, Martha Hardy-Ward, Emily Perkins y Dianne Taylor, y dirigida por Peter Salmon, la miniserie tiene una estructura casi teatral en la que cada episodio añade una nueva capa de ambigüedad al relato. El espectador cambia constantemente de percepción, dudando de lo que cree saber y esta forma de narrar es un desafío que nos atrapa.
Y su ritmo es inquietante, haciendo que todo se vaya cociendo a fuego lento, mediante una puesta en escena muy sobria y un uso del silencio y las miradas que hace que sea realmente magnética.
No obstante, lo que realmente me ha enganchado es Robyn Malcolm, que ofrece uno de los retratos más complejos y dolorosos que hemos visto últimamente en televisión. No es una heroína clásica ni tampoco una víctima ejemplar, sino una mujer marcada por la culpa, el miedo, la duda y la rabia. Y Malcolm la interpreta con una sutileza brutal.
Junto a ella, Peter Mullan interpreta a su exmarido con una calma que hiela la sangre y eleva aun más si cabe la ambigüedad de la historia. No es fácil saber si estamos ante una víctima de una acusación falsa o ante un monstruo que se camufla en la sociedad.
Sin duda, ‘Después de la fiesta’ es una ficción emocionalmente compleja que en apenas seis capítulos logra lo que muchas no consiguen en varias temporadas: hablar de heridas profundas desde la honestidad.
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