El azar ha querido que la inauguración de la 15ª edición de Cruïlla Festival en Barcelona coincida con un temporal de lluvias que ha afectado de manera más contundente al interior de Cataluña, pero que en Barcelona ha dejado alguna trompa puntual y, sobre todo, la imagen en el Parc del Fòrum de un cielo encapotado que ha amenazado lluvia durante toda la jornada inaugural del miércoles, acompañada de un aire fresco que ha obligado a más de uno a recuperar la manga larga del armario.
Cruïlla celebra su 15º aniversario engalanando el recinto con fotografías colgadas de algunos de los artistas más destacados que han pasado por el festival a lo largo de su historia, como Kendrick Lamar, Juan Luis Guerra o Kylie Minogue, junto a simpáticas ilustraciones de Aurora, Residente o Lauryn Hill.
Por otro lado, el arte en directo sigue siendo una seña de identidad de Cruïlla -Gracie Abrams lo destacará durante su concierto, al verse a sí misma siendo retratada desde el escenario- tanto como su apuesta por la sostenibilidad. Esta vez, preside el recinto una curiosa figura de «Floquet de Neu», el gorila albino fallecido en 2003, icono de la ciudad de Barcelona.

Maria Hein congrega a un público respetable a eso de las 18.00 de la tarde, con una propuesta escénica que alterna coreografía y piano. Hein presenta su tercer disco, ‘KATANA‘, y luce su preciosa voz sobre todo en las canciones tocadas a la caja de teclas, especialmente en ‘Sa pell me torna blanca’ y ‘Katanas i pianos’. Da la sensación de que la propuesta actual de Maria Hein recoge (aún) el eco de ‘El mal querer’ de Rosalía y lo adapta a su estilo mallorquín. Xicu es el artista invitado en ‘No és real si no fa mal’, pero es Maria Hein la que roba todas las miradas bailando la caribeña ‘Temps’ o la rítmica ‘Betta’.
Samuraï actúa exactamente a la misma hora que Maria Hein, así que aprovecho para visitar la segunda parte de su concierto. El ambiente es muy distinto al de Hein: aquí predominan los tonos rojo intenso y una propuesta muy rockera. Aunque las canciones no lo sean tanto: el pop-rock de Samuraï, tanto cuando se acelera en ‘La despedida’, como cuando se relaja en la acústica ‘En el aire’, es agradable, pero sus letras sentimentales y llenas de clichés no me enganchan. No obstante, el entregado público que Samuraï congrega en las primeras filas opina lo contrario.

La primera gran apuesta internacional del miércoles la protagoniza la noruega girl in red, que irrumpe en el escenario como un torpedo, corriendo de un extremo a otro, animada por el furor de sus seguidoras. En femenino, sí: girl in red sabe que la mayoría de sus fans son mujeres lesbianas y no duda en decirle al público lo que quiere oír: que «Barcelona es muy gay» y que está «llena de lesbianas». Seguro que no ha dicho lo mismo en otros festivales de otras ciudades.
Hacer sentir especial al público siempre ha sido una prioridad para las estrellas del pop, y Gracie Abrams se llevará la palma más tarde. Por ahora, girl in red ofrece un divertidísimo concierto de pop-rock que transita del estímulo total en ‘bad idea’ a la melancolía guitarrera de ‘We fell in love in October’. En ‘Hemingway’, Marie Ulven se emociona al recordar que, el año pasado, casi «muere en una habitación de hotel» durante un periodo en el que enfrentaba serios problemas de adicción que la llevaron a pasar tiempo en rehabilitación.
Pero que girl in red está recuperada es evidente cuando sobre el escenario se marca unos hairflips de órdago, corretea de un lado a otro, lanza su guitarra al suelo y, al final, se lanza al público en un generoso stage-diving que nos hace temer por su integridad física… hasta que regresa al escenario sana y salva. Pura «Serotonina» en el mejor concierto de la jornada. Sí, lo digo: ¡larga vida a girl in red!
Al mismo tiempo que Lia Kali, a la que acabamos de ver en Río Babel, actúa el reggaetonero mexicano NSQK. El artista afronta un público muy reducido pero entusiasta que parece componerse, más que de fans, de un grupo de amigos. Unas pocas filas corean sus canciones, mientras detrás de ellas la pista luce completamente despejada y la mayor parte del público observa el set con curiosidad desde las gradas. Sin embargo, NSQK sale del paso entregándose a su papel. Sus actuales ritmos urbanos apetecen mucho a esta hora del día -las 20.30- y, sin duda, merecían una audiencia mayor.
Gracie Abrams puede ser la estrella del pop más agradecida de la historia. Durante su concierto en Cruïlla no para de dar las gracias continuamente al público -también a su equipo y a montadores del festival, pero a su público sobre todo-, y de decirle que le quiere y le ama, prácticamente sin descanso. Simplemente no para y tanto agradecimiento termina empachando y sabiendo a escasez de imaginación, un poco la misma sensación que producen sus canciones.
Abrams cree en difuminar las líneas entre artista y público, tanto que cuando a una persona se le ocurre pasarle el móvil para que se grabe mientras canta, se abre la veda para que otras personas hagan lo mismo. Durante un rato de su set, simplemente los móviles no paran de llegar al escenario. Los guardas de seguridad tienen nuevo trabajo: pasarle el móvil a Gracie Abrams. Hasta una cámara Polaroid termina en sus manos y ella se toma una foto encantada. Al menos no le tiran objetos a la cabeza.
Abrams, en este sentido, es la antítesis de Chappell Roan, una artista que marca límites claros y no duda en antipatizar a sus fans si lo considera necesario. Abrams es todo amor, todo el rato, algo que está bien al principio, pero que resulta en una presentación lineal y monótona para todo aquel que no conecte profundamente con cada frase de sus canciones.
Porque el fenómeno fan de Gracie Abrams es muy serio. El público que corea sus temas en el Parc del Fòrum llega hasta distancias kilométricas y Abrams, en casi todo momento pegada a sus guitarras -acústica o eléctrica- o al piano, y acompañada de una banda, logra levantar grandes pasiones desde el principio hasta el final. Su presencia escénica cautiva: Abrams viste un glamouroso vestido plateado, pero actúa descalza, como si se hubiera arreglado para cantar en su habitación, imaginando un público millonario.
Éxitos de su repertorio como la inicial ‘Risk’, la electrónica ‘Where Do We Go Now?’ o la aclamada ‘I Love You, I’m Sorry’ se van sucediendo mientras Abrams se deshace en «thank yous» y «I love yous» infinitos. Se vive un momento de camaradería artística en ‘Two People’, balada al piano que Abrams dedica a girl in red porque la noruega ha asegurado, durante su set, que es su canción favorita de Abrams. El cierre con ‘That’s So True’ y ‘Close to You’ es apoteósico, representativo del poder de un artista que ya vuela muy alto.