Con esto no quiero decir que estas series no deberían haber vuelto –si tienen una razón de peso para hacerlo, ¿por qué no?—, pero, a pesar de la diversidad de sus temas, todas ellas comparten una tendencia a arrastrarse cada vez, como instaladas en cierto automatismo con la esperanza de recuperar su antigua magia, sin proponer realmente ideas frescas. Asumen menos riesgos y alargan agónicamente los arcos argumentales en un intento descarado de renovar una temporada más. Hasta cierto punto, lo entiendo, pero también nos deja visionados tediosos.
Ha habido, nos obstante, algunas excepciones en 2025. Una de las más destacadas es Adolescencia. Ahora bien, no creo que el psicodrama de Jack Thorne y Stephen Graham, rodado en plano secuencia, sea perfecta —hay momentos en que el formato parece trucado y la actuación en el segundo episodio me parece bastante mediocre—, pero también es una serie apasionante que vi del tirón. Desató un debate en la calle sobre la paternidad y la masculinidad tóxica y tuvo un alcance y una resonancia increíbles porque se trataba un proyecto ambicioso y arriesgado, pero también, fundamentalmente, de una idea nueva en lugar de una fórmula trillada hasta la saciedad, cuando no refrita. Por eso, esta serie que surgió como de la nada, es probablemente la mejor que he visto en lo que llevamos de año, nada que ver con todas esas superproducciones, súper caras y súper esperadas, que luchan por recuperar su antigua gloria.
Desde que arrancó 2025, ha habido estrenos que han funcionado (Dying For Sex) y otros que no (Mil golpes), pero ¿no es mucho más interesante ver algo original y prometedor, independientemente de si tiene éxito o no, en lugar de que nos sirvan una y otra vez el mismo plato de siempre? Cierto, la industria se encuentra en un momento muy difícil, pero ¿no es evidente que asumir cierto riesgo calculado reportaría mayores beneficios que limitarse a reciclar material?
Espero que los productores escuchen mi plegaria y que la segunda mitad de este año alumbre un cambio que nos aleje de tanta regurgitación. Que lleguen Sin medida, de Lena Dunham, y First Day on Earth, de Michaela Coel, pero también series que no veamos venir, que nos sorprendan por completo y nos dejen sin aliento.