El sábado fue el día de mayor afluencia en Bilbao BBK Live 2025 y se debió en gran medida a Kylie Minogue. Si no fue el concierto más multitudinario del festival, se quedó cerca. Durante esa hora y media, la artista australiana demostró de lo que es capaz una verdadera reina del pop a través de un recorrido por sus 40 años de carrera que terminó siendo, en esencia, una celebración del amor.
La primera vez de Kylie en Bilbao comenzó con unos potentes láseres y terminó de la misma forma. Entremedias, un espectáculo de absoluta superestrella con diferentes sets, outfits (siete, para ser exactos), temáticas y coreografías, pero con todo el foco puesto en apilar la mayor cantidad de bangers posible. Cuando los bailarines toman el protagonismo, llenan el escenario por la artista. Todo está medido y estudiado, pero Minogue se muestra suelta y disfrutona en todo momento. Después de devorar ‘Get Outta My Way’, se le ve realmente emocionada con la recepción de su Tension Tour en Kobetamendi.
El concierto se presta al baile en todo momento, pero la variedad dentro de este enfoque es abrumadora. Después de un «reina y guapa» masivo, llega el momento country de la noche con ‘Dancing’, que parece indundarlo todo de alegría. Poco después, toca la espectacular sección ochentera del set con ‘The Loco-Motion’ a la vez que Minogue suelta una verdad como un templo: «Muchos no sabéis cuándo nació mi viaje». ‘Say Something’ es el único instante acústico de la noche, pero enseguida se presta a otra sesión más de baile, con bola de espejos y todo.
Las transiciones entre las diferentes partes del set también son de un nivelazo. La que precede a ‘Slow’ es un vídeo de Minogue en el papel de una detective de cine noir. «¿Sintiéndote solo en Bilbao?», se lee en un cartel. El dramatismo es fuerte en esta parte, hasta que la artista se desprende de su vestido negro y desvela las lentejuelas rosas en el clímax de la canción. Icónica. Tanto como el finalazo del show: la inmortal ‘Can’t Get You Out Of My Head’, con todo el mundo botando por su vida, y la emocionante ‘All The Lovers’. Abrazos, besos, pompas de jabón… Y un concierto involvidable que llega a su fin. Si no fuera por ‘Padam Padam’ y ‘Love at First Sight’ en el bis, claro.

Nathy Peluso fue la otra gran diva de la jornada. La argentina presentó un espectáculo con temática mafiosa, que ya sabemos que le encanta, y dividido en tres partes diferenciadas musicalmente en salsa, hip hop y… ¿romantiqueo? La «trama», desarrollada en vídeo, gira en torno a un maletín y es presentada como «La verdad de la milanesa». Al llegar al final del show, se revela que lo que hay dentro es un bote con el logo de ‘GRASA’. Peluso entonces toma una cucharada y lo esparce sobre una milanesa. Es una sustancia blanca. ¿Eso significa que su disco se podría haber llamado ‘MAYONESA’?
La argentina también se come el escenario, sobrada de carisma y actitud, con ‘APRENDER A AMARTE’ y ‘LEGENDARIO’. No le hace falta nadie más. Tampoco tarda en deslumbrar con su vozarrón en ‘ATEO’ y, sobre todo, ‘ENVIDIA’. Cada «grrr», «prrr» y «rrra» dejan claro que estamos viendo a Nathy Peluso. Es su marca y es parte de lo que le hace tan especial. La primera parte del concierto termina con ‘MAFIOSA’, en la que asesina metafóricamente a un bailarín, y ‘LA PRESA’, en la que llama a la policía, hiladas de forma magistral.
La parte de hip hop aumenta las revoluciones del concierto. ‘TODO ROTO’, con unos hilarantes visuales que imaginan a Paco Amoroso y Ca7riel con gráficos de Playstation 2 y culos descomunales, es el principio de una sección en la que también suenan la sesión de Bizarrap de la argentina, con un nuevo toque de G-funk, y ‘MENINA’, con una breve e intensa aparición de Lua de Santana.

‘BUENOS AIRES’ y la impecable versión de ‘VIVIR ASÍ ES MORIR DE AMOR’ despiden el concierto de Nathy Peluso. Quien también murió de amor, pero en otro sentido, fue Damiano David. Que en el mismo set estén dos canciones tituladas ‘Nothing Breaks Like a Heart’ y ‘Born With a Broken Heart’, la estrella del show, debería ser prueba suficiente de que el vocalista de Måneskin va en serio con su transición al pop. El final de ‘Tango’, sin embargo, con ese «shubidubidu», deja dudas sobre si ha sido una buena decisión. Una de cal y otra de arena, porque la versión de ‘Too Sweet’, el último hit mundial de Hozier, sí le sienta realmente bien. Lo mismo con ‘Angel’, elevada totalmente por sus coristas.
No elevados, pero sí flotando nos quedamos con el tierno concierto de Alice Phoebe Lou, que demostró que con poca cosa se puede conseguir algo muy mágico. No era la primera vez de la artista sudafricana en Bilbao. El año pasado colgaba el cartel de sold out como parte del festival Art & Music en el Guggenheim, pero en aquella ocasión se presentó por su cuenta. Para el BBK Live, se aseguró de traerse a la banda.
Es la prueba de que en los festivales también hay hueco para artista más tranquilos, como fue el caso de Jessica Pratt. Todo es cuestión de quién esté escuchando. “Sé que esto es un festival, pero vamos a tocar una suave”, justifica Lou. Al público, desde luego, no le molestaron los temas más calmados. Así se sucedieron ‘Open My Door’ y ‘Dusk’, con los presentes inmersos en el reverb y la atmósfera onírica de lo que estaba sonando.

El ritmo empezó a subir con ‘Only When I’ y ‘Lose My Head’, totalmente juguetona. Cuando no está tocando la guitarra, la artista resulta magnética, gracias a sus movimientos y apasionada interpretación. Antes de terminar con ‘Dirty Mouth’ y ‘Witches’, con la que sí se bailó, Lou dio un gran consejo a los festivaleros que comenzaban la jornada: “Echad un ojo a vuestros amigos y cuidaos”, soltó con una sonrisa.
La paz que se respiraba en el recinto al principio de la tarde no tenía nada que ver con lo ocurrido el día anterior. El desastre de barro había sido tapado con kilos y kilos de paja, como si nada hubiera pasado. No sé cómo habría quedado la cosa después del concierto de Carolina Durante, claro. El grupo madrileño gozó de una gran anticipación, con un mar de gente esperándoles con paciencia. Con Sparks no ocurrió lo mismo, pero quien estaba ahí no quería estar en otro lugar en el mundo que no fuese ese.
Los hermanos Mael fueron recibidos como un grupo de culto. Lo que son, básicamente. Son como el día y la noche. Mientras que Russell va con un colorido traje adornado con un estampado de flores y se encarga de conversar con el público, Ron se presenta entero de negro y con cara de pocos amigos. Esta le cambia al escuchar las guitarras de ‘So May We Start’, la perfecta introducción.
Russell se pasó todo el set pidiendo las palmas del público y saltando en los drops de batería. No solo por esto, pero parece mentira que tenga 76 años y más de 50 años de carrera a sus espaldas. Se nota (en el caso de Ron, no tanto) que mantienen la ilusión del primer día. Pocos grupos pueden decir esto que suelta Russell al poco de comenzar: “Hace tiempo hicimos un disco que estaba producido por Giorgio Moroder”, contó antes de ’Beat The Clock’.

‘Running Up a Tab at the Hotel for the Fab’ y ‘Drowned In A Sea Of Tears’, ambas de su último disco, se sucedieron antes de la parte clásica del set. ‘The Number One Song in Heaven’ hizo que el público se volviese completamente loco y que se mantuviera así hasta el final de la cita. Todo por el momentazo de Ron Mael, capaz de mantenerse serio durante todo el concierto para dinamitar el personaje colocándose su boina favorita y dedicando un desinhibido baile a los presentes. Justo después, estos le dedican varias reverencias. Por otro lado, Russell demostró que su falsetto sigue fuerte con ‘This Town Ain’t Big Enough for Both Of Us’. Este mismo dejó claro que la última canción no la suelen hacer en su gira mundial, pero que era necesara: “Queríamos terminar con esta porque creemos que es apropiada para los tiempos que vivimos”, cuenta antes de ‘Please Don’t Fuck Up My World’. Se explica por sí sola.
La organización del festival asegura que más de 115.000 personas disfrutaron de la programación de estos tres días, en los que ha habido de todo. Clásicos en plena forma como Pulp, tormentones capaces de convertir el recinto en un barrizal y divas del pop han sido parte de otra edición de Bilbao BBK Live que ha funcionado a la perfección.