Rossy de Palma, siempre fiel a su esencia e instaurando tendencias
Rossy de Palma acudía al Atlàntida Mallorca Film Fest abrazando su estilo propio y poniendo sobre la mesa una de sus máximas: ser una misma es sinónimo de estilo y el carácter el mejor accesorio que puedes elegir. Para la ocasión Rossy elegía un vestido de corte camisero y longitud midi anudado a la cintura marcando su silueta. Ello lo combinaba con los zapatos en cuestión y con otras piezas como un pañuelo y un sombrero y bolso ambos de rafia. ¿Existe un look más balear? Claramente no.
Pero si una pieza destacaba sobre el resto, esos eran sus zapatos. El modelo que llevaba Rossy de Palma tenía una altura media y cuadrada, lo que tradicionalmente se conoce como tacón de abuela –término que ya no remite a lo anticuado, sino más bien a una estética nostálgica y funcional que ha vuelto con fuerza en las últimos meses–. Sus sandalias abotinadas invocaban el recuerdo de las piezas que nos cautivaron tantísimo hace apenas 10 años cuando Coachella y Tumblr eran la fuente de inspiración de la que bebíamos cada primavera. La historia se repite, pero regresa en términos en los que lo chic y la elegancia son el hilo conductor. Hubo un tiempo en que juraste no volver a ponértelos y, de repente, aparece Rossy con ellos, caminando como quien ha reencontrado una parte olvidada de su armario que la hace poderosa y muy muy sofisticada. La redención definitiva.
En un verano donde las bailarinas, los mocasines destalonados y las sneakerinas dominan la escena, esta elección es un guiño al pasado y a las tendencias que no pasan de moda. Un calzado que respira y deja respirar, pero sin renunciar a ese gesto de dominio que tiene todo tacón cómodo. No es casual que sea Rossy quien los haya escogido y estos zapatos, como ella, también tienen esa dualidad magnética entre lo teatral y lo pragmático.
Ver a Rossy de Palma volver a llevarlos es reinterpretarlos. No importa ya lo que prometiste que no usarías; importa que reconocer que la moda no es eso efímero que pasa, sino una parte de nosotros que permanece y que debemos mirar con orgullo, porque el verdadero estilo no tiene principio y fin, sino capacidad de reinventarse. Cuando esos zapatos vuelven a gustarte, no es que hayas cambiado o un regreso al pasado, sino una evolución madura. Con su presencia y con su porte, Rossy nos ha regalado otra lección de moda: el carácter de una es innato.