Aun así, hay mucho que disfrutar en el filme, incluida una Maria Bakalova que se come la pantalla como la glamurosa y resuelta Ivana Zelníčková, una modelo que entra en la órbita de Trump y rápidamente se convierte en su esposa y socia, para disgusto de Cohn. Poco después, el equilibrio de poder entre Cohn y Trump empieza a tambalearse. Alentado por el abogado, el magnate sigue adelante con la construcción de la Trump Tower, y pronto se convertirá en la comidilla de Nueva York mientras Cohn, ahora pálido y demacrado por su batalla contra el sida, se pasea tras su estela de fiesta en fiesta, ansioso de público.
Es en esta parte de la historia, el antiguo aprendiz ya convertido en maestro, cuando Stan se suelta del todo. El actor va adquiriendo poco a poco los tics de Trump que ya nos son tan familiares: a medida que Cohn le anima a adornar sus logros, su forma de hablar se vuelve más grandilocuente; a más notoriedad , más fanfarronería. Pronto empiezan a asomar los exagerados gestos con las manos, la tensión en el labio superior y el énfasis en ciertas palabras cuando profiere amenazas.
En cuanto a si hay momentos que desvelen a otro Trump más allá del que vemos en televisión, los hay y varios. Fascina especialmente una secuencia en la que llora tras el funeral de su hermano: ese muro impenetrable e invencible de bravuconería se derrumba de una forma que jamás podríamos imaginar en la vida real. También hay otra escena, inmediatamente después de la muerte de Cohn, en la que se somete a una liposucción y a una reducción del cuero cabelludo para ocultar su pérdida de pelo, que pone de manifiesto su vanidad y solipsismo.
Pero, comprensiblemente, es otra escena la que ha dominado las conversaciones de los asistentes al festival: la que muestra una brutal violación conyugal. A estas alturas de la película, Trump se ha cansado de Ivana, y cuando ella le hace un regalo para reavivar la chispa, él le dice que ya no se siente atraído por ella. Entonces ella le reprocha su aspecto, él la agarra, forcejean y él la tira al suelo y la fuerza a mantener relaciones sexuales (la secuencia ficciona un incidente registrado en la declaración de divorcio de Ivana Trump en 1990, de la que más tarde se retractó. «Como mujer me sentí violada», declaró posteriormente. «Me referí a ello como una violación, pero no quiero que mis palabras se interpreten en un sentido literal o criminal». Trump siempre negó la acusación).