Dice Amaarae que su alma no descansará hasta «crear un proyecto que resuene enormemente de manera global». Y añade que «la última frontera» en su carrera es «marcarse un éxito tanto comercial como de crítica». ‘Black Star’, su tercer disco, debería ser ese pelotazo en listas que tanto anhela, aunque, de momento, ninguno de sus sencillos ha irrumpido en listas o generado algún tipo de impacto.
Y no es porque no sean potentes. ‘S.M.O.‘, el lujurioso primer adelanto (sus siglas esconden la expresión «slut me out», algo así como «hazme zorrear»), es una innovadora fusión de highlife ghanés y Detroit tecno que debería sonar en las discotecas de todo el mundo. Y ‘Girlie Pop‘ hace «pop pop pop» como la más refrescante limonada, llevando su ritmo de funk brasileño al futuro.
El futurismo forma parte intrínseca de la propuesta musical de Amaarae, y en ‘Black Star’ particularmente. Aunque la autora de ‘Fountain Baby‘ (2023) no olvida de dónde viene -ahí está la portada, donde posa frente a la bandera de Ghana- ni a quienes le preceden. ‘Black Star’, cuyo título es polisémico (Amaarae es una estrella negra, pero estrella negra también es el símbolo nacional de Ghana), es un disco de club que, como ‘Renaissance‘ (2022) de Beyoncé, utiliza la música de baile para imaginar un pop más global, consciente y liberador, que ponga la música africana en el lugar que merece, en toda su amplitud y diversidad.
No solo las percusiones de funk brasileño de ‘Stuck Up’ o los puñetazos digitales de ‘Dove Cameron’ recuerdan el origen africano de este estilo musical. ‘100DRUM’, por ejemplo, anima la fiesta construyéndose sobre un cántico en akan, un idioma ghanés. Y los ritmos del «asorkpor» ghanés se cuelan en ‘MS60’, otra de esas canciones opulentas de Amaarae que presumen de dinero y marcas, ahora con la participación de Naomi Campbell proclamándose la «estrella negra» por antonomasia. Le pegadiza ‘Fineshyt’ es representativa del álbum por su brillante fusión de afrobeat, house y tecno afilado.
Ciertas producciones son especialmente creativas, como ‘Kiss Me Thru the Phone Pt 2’, una composición creada junto a PinkPantheress que no solo interpola ‘The Aisle’ de la propia pantera rosa, sino que tiene la imaginación de samplear la pionera ‘Já é Sensação’ (2000) de Furacão 2000. El sample de ‘Believe’ de Cher en ‘She is My Drug’, que altera su estribillo por «Do you believe in life after drugs», está genialmente incorporado al paisaje sonoro del disco y nunca suena oportunista o forzado. La ligona ‘B2B’ es una de las más ambiciosas: irguiéndose sobre un beat de deep house veraniego, de repente es interrumpida por una guitarra acústica sampleada de ‘Best You Had’ (2019) de Don Toliver. La canción, entonces, se reconstruye desde ahí, ayudada por lujosas cuerdas.
Algo que no haría Beyoncé es trufar su disco de continuas referencias a las drogas, pero Amaarae presume de ellas en ‘Black Star’, particularmente en el ghettotech de ‘Starkilla‘, una espectacular coproducción de El Guincho que cuenta con la colaboración de la rapera británica Bree Runway. Aunque Runway aclara -de manera bastante cómica- al final de la canción que ella no es nada de eso, gracias a ‘Starkilla’ para siempre estará vinculada a un estribillo que repite «ketamine, coke and molly» como un mantra. La droga es un elemento más dentro del mundo entregado a la noche de ‘Black Star’ y, en ‘100DRUM’, Amaarae directamente se retrata «haciendo rayas más dulces que todos mis amantes».
Las menciones a las drogas responden coherentemente a la imagen artística de Amaarae, construida en torno a la figura de una mujer rica -muy rica- y poderosa que, en ‘Black Star’, ofrece un reflejo de la fiesta en toda su dimensión. Sin embargo, ‘Black Star’ evidencia, en cortes como el final ‘Free the Youth’, que su propósito va más allá de ofrecer una experiencia hedonista. Con ‘Black Star’, Amaarae no solo se libera de géneros, sino que se globaliza y ayuda a reconfigurar la imagen del pop actual. Ella es una pionera y está en su mejor momento.