Rituales para desconectar con el teletrabajo
Para muchos, trabajar desde casa o en remoto ha sido la solución a sus problemas de conciliación. Otros han encontrado la forma de cambiar su lugar de residencia sin renunciar a su empleo, mientras que la mayoría reporta un impacto positivo en su economía doméstica al ahorrarse los desplazamientos. El teletrabajo se ha consolidado como una alternativa para la mayoría de los trabajadores —un 14,6 % según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)—, quienes pese a las ventajas que presenta, también han tenido que hacer cambios significativos en su estilo de vida. La flexibilidad ha traído más libertad para muchos profesionales y ha abierto un debate sobre si es lo mejor para la salud mental, pero también nos ha hecho conscientes de la necesidad de establecer ciertos rituales para desconectar.
En este sentido, las opiniones se dividen entre aquellos que han conseguido reducir el estrés asociado a la oficina y quienes se llevan a casa un extra de esa carga mental que parece no cesar jamás. Cinco años desde la COVID-19 es la encuesta que Unbravo, plataforma de terapia psicológica en línea, ha llevado a cabo con el fin analizar la situación, y reveló que el 22 % de quienes trabajan desde casa consideran que este modelo ha afectado negativamente su salud mental. Aunque también destacan importantes beneficios emocionales entre los que figuran un mejor equilibrio entre la vida personal y la profesional, menos estrés, mayor control sobre los horarios, más tiempo de autocuidado y un incremento de la productividad.
Lucía Jiménez Vida es experta en hábitos y liderazgo personal, y explica que cuando trabajamos desde casa, es fácil sentir que todo se mezcla: el trabajo, las tareas, los compromisos personales. “Todo sucede en un mismo lugar y eso puede generar sensación de saturación mental y falta de control”. Continúa diciendo que podemos llegar a sentirnos en estado de conexión constante, como si nunca fuese la hora de salir de la oficina. Además, la ausencia de interacción presencial con otras personas puede hacernos sentir aisladas, aunque pasemos el día entre llamadas o correos.
Pequeños rituales de supervivencia
Quienes trabajan desde casa, y en especial los autónomos, narran una gran dificultad para establecer horarios y es habitual que terminen por dedicar demasiadas horas. Para esta especialista en hábitos, la productividad no depende solo de marcar tareas, sino de aprender a gestionar nuestros ritmos y energía. “Una buena estrategia es crear rituales que marquen el inicio del día laboral. Algo tan simple como salir a la calle unos minutos antes de empezar a trabajar y volver a casa con mentalidad de ‘llego a la oficina’, ya activa en el cerebro una transición de rol. Vestirse para trabajar (aunque sea con ropa cómoda) también refuerza esa actitud”.
Una vez en el espacio de trabajo, recomienda trabajar por bloques de 90 minutos y arrancarlos con una pregunta clara: ¿Qué quiero conseguir en los próximos 90 minutos? “Esto reduce la dispersión”, aclara Jiménez. Y entre bloques, es importante incorporar pausas regenerativas: beber agua, salir a la terraza a que te dé el sol, hacer unas sentadillas, o simplemente mirar al horizonte. “Son microgestos que regulan nuestro sistema nervioso y previenen el agotamiento”.