El fondo soberano noruego, el mayor del mundo con 1,6 billones de euros en activos bajo gestión, ha reconfigurado su cartera de inversiones en Bolsa española. Los datos del primer semestre del Norges Bank Investment Management —nombre oficial del fondo— reflejan cómo tres compañías que en 2024 figuraban entre sus principales apuestas teniendo en cuenta el peso del fondo en el capital (Unicaja, Repsol y Solaria) han perdido relevancia con fuerza o directamente han desaparecido. La posición en Unicaja se ha reducido a una sexta parte de lo que era en 2024 (pasó de un 5,8% al 0,96% de las acciones), mientras que en Repsol el recorte ha sido de más de dos tercios. Solaria, que entonces ocupaba el tercer puesto, ha desaparecido de la cartera. En su lugar, han entrado valores como HBX Group, que irrumpe con una participación del 2% tras su salida a Bolsa de febrero. También entran otras empresas como Grenergy Renovables, Aedas Homes, Ebro Foods y Grupo Catalana Occidente.
El fondo es, además, un actor relevante en la lucha por el control del Banco Sabadell y ha tomado posiciones este año, tanto en la entidad catalana como en el BBVA. De hecho, estos dos valores representan sus mayores apuestas en España, con participaciones del 2,8% y 2,1%, respectivamente. La exposición a BBVA ha aumentado un 12,85% respecto al año anterior, y un 6,06% la del Sabadell. Para el fondo, el sector financiero ha sido el más rentable de la cartera global en lo que va de año, con un retorno del 16,5% en el semestre, impulsado por los bancos europeos y las expectativas de un mayor gasto público. Entre la banca española destacan también Santander o Bankinter; en Unicaja y Caixabank el accionariado que poseen es menor al 1%.
El fondo noruego ha realizado 109 inversiones en España en el primer semestre de 2025, una más que el año anterior. El valor total de su cartera de inversión española alcanzó los 22.426 millones de euros, un incremento del 10,3% respecto a 2024. Las inversiones en acciones crecieron un 13%, hasta los 12.750 millones de euros, mientras que la renta fija aumentó un 4,3%, hasta los 8.980 millones. La inversión en activos inmobiliarios no cotizados se mantuvo estable, con 345 millones, y la infraestructura renovable no cotizada se disparó: pasó de 86 millones en 2024 a 338 millones en 2025, un salto del 293%.
A nivel global, el fondo obtuvo una rentabilidad del 5,74% en el primer semestre de 2025, ligeramente por debajo del índice de referencia. Sin embargo, en términos contables perdió valor por el fortalecimiento de la corona noruega, que restó 1,01 billones de coronas (unos 87.300 millones de euros) al valor total del fondo. Europa fue la región más rentable en renta variable, con un retorno del 17,8%, y el sector financiero lideró con fuerza, con una ganancia del 16,5%, por delante de tecnología (5,2%) y telecomunicaciones (13,3%). El impulso vino principalmente de los bancos europeos.
Más allá de los resultados financieros, el fondo noruego también ha dado un giro relevante en su política de inversión. En respuesta a la guerra en Gaza y a la presión política interna, NBIM ha vendido todas sus participaciones en 11 empresas israelíes y ha rescindido sus contratos con gestores externos en el país. A cierre de junio, el fondo mantenía inversiones en 61 compañías israelíes, todas en renta variable, por un valor de 1.960 millones de euros, equivalentes al 0,1% de su cartera global. Entre las empresas en las que sigue invertida figuran algunas como Teva Pharmaceutical Industries, líder mundial en medicamentos genéricos; Bank Hapoalim, uno de los principales bancos comerciales del país; y Nice, especializada en soluciones de inteligencia artificial para servicios financieros y seguridad pública.
La decisión, de carácter preliminar, se enmarca en una revisión más amplia de su exposición a Israel, solicitada por el Ministerio de Finanzas. El fondo, que ya en 2022 se deshizo de todos sus activos rusos tras la invasión de Ucrania, ha justificado esta medida por la gravedad de la crisis humanitaria en Gaza y ha anunciado que reforzará sus procesos de diligencia debida. Aunque la exposición directa era limitada, el gesto tiene un fuerte componente simbólico y ético, en línea con el mandato del Parlamento noruego, que impone criterios de sostenibilidad y derechos humanos en la gestión del fondo.