La experta hace referencia al tono muscular de esta zona, y explica que bien sea por exceso o por defecto, puede acarrear serias consecuencias. “Hablamos de suelo pélvico hipertónico cuando los músculos permanecen contraídos incluso en reposo, en lugar de estar relajados y activarse cuando es necesario. Paradójicamente, eso los vuelve débiles y dolorosos”, y añade que algunas de las consecuencias típicas son la incontinencia urinaria, dolor en las relaciones, frecuencia miccional, dificultad para evacuar, estreñimiento, sensación de bloqueo pélvico, dolor perineal, vaginal o anal, entre otros.
Por el contrario, el suelo pélvico hipotónico es cuando los músculos se muestran flácidos y poco reactivos. Pierden capacidad de sostén y cierre de esfínteres, así como sensibilidad y disfrute sexual (la sensibilidad se apaga), lo que también da lugar a incontinencia, prolapsos, sensación de peso vaginal y menos placer sexual.
Lola Ibáñez recalca que es más común que el suelo pélvico en las mujeres se vea comprometido por razones anatómicas, hormonales, funcionales y factores socioculturales:
- Abertura más amplia y tres orificios (uretra, vagina, ano).
- Peso constante durante la gestación y posibles traumas obstétricos.
- Durante la menopausia, la caída de estrógenos hace que el colágeno y la elasticidad se resientan, haciendo que los tejidos sean más frágiles, secos y menos tonificados, lo que favorece la debilidad y el síndrome genitourinario.
- Estrés, sedentarismo, sobrepeso, tos o estreñimiento crónicos.
Señales de alarma que nunca deberíamos ignorar
Físicos, hormonales, emocionales y de estilo de vida, estos son los factores que pueden perjudicar nuestro suelo pélvico. “Embarazos, cirugías pélvicas, deporte mal gestionado, tos crónica, estreñimiento, diafragma rígido, estrés, traumas emocionales o sexuales, malas posturas o el simple hábito de aguantar las ganas de ir al baño”, enumera Ibáñez, quien nos da las 5 señales ante las que deberíamos acudir a un especialista:
- Escapes de orina, gases o heces al esfuerzo, toser o reír.
- Urgencia miccional (“no llego al baño”).
- Estreñimiento o vaciado incompleto.
- Dolor o pérdida de placer en las relaciones.
- Goteo posmiccional o sensación de “casi se me escapa” al estornudar.