Alison Goldfrapp / Flux – jenesaispop.com

Es una buena noticia que Alison Goldfrapp se dedique a los sonidos synth-pop y ochenteros en su etapa en solitario. Sus hipnóticas melodías y su envolvente voz sientan de lujo a unas producciones impecables que buscan aportar exquisitez a un pop cada vez menos interesado en la innovación. Sin embargo, junto a Will Gregory, las canciones de Goldfrapp parecían apuntar más alto; el tiempo ha demostrado que muchas de ellas se han quedado para siempre con nosotros.

Las canciones de Alison en solitario tienen buenos cimientos, pero no terminan de ser tan grandes como podrían. ‘The Love Invention‘ (2023), su debut en solitario, era un prometedor primer paso, y el disco ofrecía bastante material al que volver, sobre todo para cualquier fan del synth-pop, y aunque Alison terminara perdida dentro de su propio disco, entre producciones que podían ofrecer el espectacular acabado de ‘Gatto Gelato’.

En ‘Flux’, el segundo álbum en solitario de Alison Goldfrapp y el primero editado de forma independiente, las carencias de aquel debut salen a relucir, ya que Alison ha construido las canciones de ‘Flux’ en torno a melodía y letra, al contrario que las de ‘The Love Invention’, que se basaban en el ritmo. Las canciones de ‘Flux’ no están mal en absoluto; de hecho, están bien. Simplemente, no son extraordinarias ni tienen madera para sumar a Alison nuevos fans.

Melodías y producciones vuelven a transmitir un gusto sin igual. ‘Strange Things Happen’ es un precioso synth-pop en caída libre; suena completamente rendido al abismo, en el mejor de los sentidos. ‘Reverberotic’ es su cara opuesta, un peligroso vórtice de future disco que desafía a la pista de baile. Alison acierta volviéndose a rodear, en ‘Flux’, de James Greenwood y Richard X, pero contando también con Stefan Storm de The Sound of Arrows; juntos diseñan un sonido de pop sintético intachable, y el toque de cuerdas en pistas como ‘Ultrasky’ es ideal.

Pero, aunque Goldfrapp apunta al «disco heaven» en ‘Flux’, muchas composiciones del álbum no alcanzan esa meta, aunque se quedan cerca. Algunas directamente reciclan melodías viejas de Goldfrapp, como ‘Sound & Light’, cuyos «la la las» están sacados de ‘Little Bird’; o ‘Ordinary Day’, que parece una canción extraída, igualmente, de ‘Seventh Tree‘, solo que disfrazada de disco futurista.

Los sintetizadores fluorescentes de ‘Hey Hi Hello’, el italo disco que abre el álbum, ofrecen una apertura correcta, aunque no tremendamente excitante, y ‘Cinnamon Light’ comete el mayor delito de todos: hacer sonar a Alison como la Kylie Minogue de Stock Aitken Waterman, pero con una canción que no habría pasado de cara B de la época.

‘Flux’ sabe a disco de nicho, de culto, tanto que los singles pueden no ser lo mejor de su repertorio: ‘Find Xanadu’ es un simpático homenaje a la película de Olivia Newton-John, pero la verdadera gema del álbum es ‘Play It (Shine Like a Nova Star)’, que fusiona el nudisco de los 2000 con las maneras del mejor (robo)pop sueco. Sin embargo, destaca a la fuerza dentro de un álbum de composiciones vaporosas como la niebla, y casi igual de inasibles.

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