Hace 6 años que Mac DeMarco publicaba su último disco «normal». Hace 6 años, por tanto, que dijo aquello de que solo quería «hacer música y esconderse en su pequeño garaje». «Y un día ya me moriré», concluía el que ha sido el artista de éxito más improbable de la era streaming, haciendo palidecer el alcance que pudo tener cualquiera de sus referentes, por ejemplo su amado Jonathan Richman.
En este último lustro, DeMarco ha logrado más virales inesperados, siendo el último ‘Heart to Heart’, ha publicado un álbum instrumental y otro con 199 pistas. Pero sobre todo se ha reafirmado en su deseo de recluirse: ha dejado de beber, y luego de fumar. Su nuevo álbum ‘Guitar’ capta ese deseo de huir del mundanal ruido, grabado tan sólo durante 13 días en noviembre de 2024, con poca más ayuda que la del instrumento que aporta el título, y con el que le vemos posar en la portada.
Las 12 composiciones de ‘Guitar’, que suman apenas media hora de duración, son minimalistas y mansas. Casi todas viajan al pasado o hablan de un desengaño amoroso siempre desde la paz, bien conserven cierta esperanza, o bien hayan asumido que las cosas se han terminado. ‘Sweeter’ devanea entre ambas cosas, pues por un lado promete «puedo ser mucho más dulce», aparentemente en búsqueda de una nueva oportunidad, pero a la vez concluye, de repente: «algunas cosas nunca cambian».
‘Phantom’ recibe una visita de alguien del más allá, mientras ‘Home‘ es un paseo por un viejo barrio, dirigido a alguien que ya no está en nuestras vidas: «Nunca llamé, dejé que nuestra amistad se disolviera (…) ahora que tu odio por mí se ha acrecentado, intento enmendar todas las mentiras y vuelven esos recuerdos que mejor sería dejar marchar».
En un álbum con tan pocos elementos sonoros, el secreto está en los detalles y este ‘Home’ embauca por ese instante en que Mac DeMarco cambia de repente de voz y se pone en la posición de un «crooner» para entonar el último «again» del estribillo. Recurrirá al mismo truco poco después en dos canciones más, las dos últimas, ‘Holy’ y ‘Rooster’, haciendo soñar con lo que podría hacer con su voz si esa parsimonia, ese dejarlo todo a la casualidad, no fuera una parte tan importante de su personalidad. A veces se insinúan momentos tan hermosos que incluso conectan con dos Beatles, Paul McCartney y George Harrison. Y a veces, no.
La guitarra en zigzag de ‘Terror’, sobre la muerte, y el ligero toque funk de ‘Sweeter’ son la sal y pimienta de un álbum 100% Mac DeMarco que incluye varias pistas que se marchan poco después de haber empezado, sin ningún temor a no dejar ninguna impronta, a ser olvidadas de manera instantánea. Pueden llamarse ‘Rock and Roll’ y no ser nada «rock and roll» o pueden llamarse -para más señas- ‘Nothing At All’. Y es que Mac DeMarco puede ser todo o nada: siempre ha parecido darle exactamente igual.