En Ocaso y fascinación (ed. Random House) cuenta Eva Baltasar (Barcelona, 1978) una historia dividida en dos. Dos partes que prácticamente podrían funcionar como libros independientes con una misma protagonista. El ocaso y la fascinación de una mujer que sobrevive a duras penas en una ciudad que no la quiere, con trabajos precarios y un futuro incierto. “Me había criado en la abudancia y había terminado en la fragilidad aunque me defendía”, dice en un momento del libro esa protagonista. Noches al raso, sueldos que no dan para llegar a fin de mes y la dignidad de quien no tiene otra opción que trabajar con sus manos. Quien empieza ocupándose de los niños en las tardes de una ludoteca termina limpiando casas en la zona alta de Barcelona. Ahí está el ocaso al que hace referencia el título de la obra y después se llega a la fascinación, una suerte de pasaje onírico en el que todo lo vivido por esta chica acaba explotándole en las manos.
Uno de los libros más comentados de la primavera, Ocaso y fascinación es la novela con la que Eva Baltasar rompe por completo con la trilogía que empezó Permafrost, siguió Boulder y concluyó Mamut. La autora viajaba hace ahora un año a Londres como finalista del International Booker Prize, uno de los galardones literarios más importantes, por la segunda de las entregas de aquel tríptico. Ahora, se decide a diseccionar a unos personajes oscuros y complicados en este libro oscuro, crudo y pertinente. “En las sombras está la chicha, lo interesante y el lugar en el que se puede indagar”, explica a Vogue España a su paso por Madrid para presentar este volumen.
¿Cómo llegas a la idea central de Ocaso y fascinación?
Había terminado el tríptico y quería hacer algo distinto, conocer a través de la escritura a una protagonista que fuera mujer y hablara en primera persona. A diferencia de las del tríptico, que están muy orgullosas de su lugar de soledad y eligen estar algo apartadas, pensé en una mujer que ha sido escupida por el sistema. Que fuera una mujer de la limpieza era algo que tenía muy claro desde el principio. Yo tuve ese trabajo durante dos años, cuando estudiaba en la universidad, y me pareció algo muy interesante. Es una persona fuera del núcleo familiar o de amistades, totalmente desconocida, a la que dejas entrar en tu casa hasta la mesilla de noche, en un momento en el que no estás. Es por eso que ella lee las historias que hay en las casas, algo que yo hacía. Tal y como está el tema de la vivienda pensé que de alguna forma tenía que acabar viviendo en las casas en las que limpia. No solo de, sino en. Yo recuerdo cuando estaba en las casas con calefacción, era un momento muy precario para mí, pero aunque estaba trabajando me sentía muy cómoda.
Las mujeres de la limpieza son reivindicadas ahora y existen hasta influencers, pero es algo que tradicionalmente se ha visto con distancia. Es refrescante ver a una en el centro de la historia.
No era mi intención hacer algo novedoso o refrescante. Para mí el escribir es un ejercicio solitario y muy íntimo, simplemente busco el conocer a alguien. Es muy real esto porque la protagonista a mí me acompaña durante dos años y me gusta enamorarme de este personaje de alguna manera. A veces es más físico, otras significa un cariño que le coges. Necesito eso y que me lleve de viaje porque no soy de esas escritoras de mapa que tienen todo en la cabeza al empezar a escribir y saben cómo empieza y termina. Si yo lo supiera, no escribiría. Voy con mi brújula y me voy orientando, descubriendo a veces que en esa dirección no había nada. Descubrir al personaje día a día me llena y divierte.
¿Te has divertido escribiendo esta novela?
Es durísima, lo sé. Voy a la parte oscura. Cuando digo que me divierte es porque descubro cosas de mí. En la parte de Fascinación se encuentran el eros y el thanatos, el impulso de muerte y eso es algo que todos tenemos dentro muy reprimido. Como lectora y también como escritora es muy sano para mí el ir de la mano de una protagonista a conectar con ese instinto y ver qué se puede hacer con esto. Es tan destructivo. La mayoría de nosotros hemos tenido el impulso aunque no lo hayamos hecho. Para mí es bonito que a través de la escritura transformas ese sentimiento en algo que intento que sea bello.