En Insurgente te reciben con una de las cosas que más me gustan en un restaurante: una carta corta en la que cada plato te seduce más que el anterior. Sin embargo, y aunque el precio haga creer que pueden ser pequeños bocados, los platos son pequeños pero contundentes, por lo que, lamentablemente, hay que elegir un máximo de entre cuatro o cinco platos por cada dos personas.
En mi caso, al ser la primera vez –y llevar mucho tiempo con ganas de probarlo–, me dejé llevar por las recomendaciones del chef. Así, probamos algunos de sus clásicos, como la Empanada de birria mexicana y queso San Simón con chimichurri de tamarillo y albahaca, o el Pan Bao casero de brisket de vaca a baja temperatura, acompañado de una salsa de chiles fermentados y polvo de chiles; dos platos deliciosos que justifican el éxito rotundo de Insurgente desde su apertura. A estos se sumaron otros bocados recién llegados, como el Tiradito de pescado crudo con labneh picante, gel de lulo y zumaq, o el plato que más me sorprendió de toda la experiencia: la Berenjena china a la brasa con romescu de pistacho y salsa de tamarindo y miso. El postre, en este local, es innegociable: la Chocotorta de dulce de leche con crema de avellanas.