Para Justin Bieber, juntarse con Dijon y Mk.gee en la producción de su música ha sido todo un acierto. Ambos han sabido aportar esa frescura que tanto le venía haciendo en falta al artista, que en los últimos años, pese a lograr varios éxitos comerciales, no había conseguido crear nada realmente memorable. ‘SWAG’ escondía algunas de las mejores canciones que el cantante canadiense ha firmado nunca (‘All I Can Take’, ‘Yukon’), aunque el conjunto a veces se veía emborronado por esa ambición inexplicable de agrupar más de una veintena de temas en un solo proyecto. Y por si aquellos 21 cortes fueran poco, Bieber ha vuelto a sacarse de la manga otros tantos para su secuela.
‘SWAG II’ sube la apuesta de su predecesor y alcanza las 23 canciones. La gran diferencia es que todos los momentos de gran interés que Bieber conseguía allí, son prácticamente inexistentes aquí. Todo suena, desde el principio hasta el final, como una versión descafeinada y desprovista de ideas de aquel meritorio proyecto.
Como es habitual en todos sus álbumes, sobresale nuevamente la bonita voz del artista y sus particulares manierismos, siempre muy efectivos sobre estos medios tiempos R&B en los que se ha acomodado últimamente. En ‘SWAG II’ abusa de ellos hasta la exasperación, hundiéndolo todo en una inofensiva monotonía. No es que el disco no tenga ningún valor artístico, ya que sí que pueden encontrarse ciertos atisbos de buen pop (la pegadiza melodía de ‘I DO’, los sutiles punteos de guitarra en la balada ‘PETTING ZOO’) pero el conjunto es demasiado unidimensional como para conseguir que la experiencia completa merezca la pena.
No hay nada que justifique su longitud, ni nada que invite a volver a él. Tampoco nada que moleste particularmente. El proyecto entero se mueve en el desagradecido punto medio de la indiferencia. Hay demasiadas baladas similares las unas a las otras o reproducciones casi exactas de las fórmulas que mejor le funcionaron en ‘SWAG’.
‘SPEED DEMON’, la apertura del proyecto, sin ser nada particularmente novedoso, se encuentra entre los puntos más fuertes del álbum gracias a su gran estribillo y a su producción minimalista, que logra abarcar mucho con poco. También el R&B ochentero de ‘LOVE SONG’, producida y co-escrita por Mk.gee, o la agradable ‘EYE CANDY’.
Sin embargo, todas estas canciones funcionan mucho mejor fuera del contexto del disco, de manera que no quedan perdidas en ese terreno pantanoso y edulcorado que Bieber se empeña en construir. Por cada ‘SPEED DEMON’ hay tres baladas soporíferas e intrascendentes como ‘EVERYTHING HALLELUJAH’ o ‘DOTTED LINE’.
‘SWAG II’ es un ejemplo perfecto de por qué hay veces que cuando uno no tiene nada que decir es mejor no decir nada. Y que más casi nunca es más.