La colección podría haber servido como un sneak-peak del desfile que veremos en la semana de la moda de París el próximo otoño, pero la realidad es que ante este despliegue podríamos estar hablando más bien de una saga entera. Más de 150 looks de ready-to-wear y otras 93 fotografías de bolsos, zapatos y otros complementos ponen de manifiesto que el Valentino de Michele está llamado a exprimir en ventas cada pieza, desde los accesorios capilares hasta los zapatos. La intención original era poner la colección directamente en las tiendas. Pero según recogía Vogue Runway, en los últimos días cambió de opinión: “Comencé a trabajar en Valentino como si fuésemos una orquesta. Todo el mundo estaba tocando su instrumento con tanto amor y dedicación que pensé que sería correcto estar agradecido con las personas que han trabajado tan incansablemente para que esto suceda. Mi trabajo es afinar los instrumentos y se trata de compartir, por lo que mantener la colección oculta de alguna manera a la vista no me habría parecido correcto. Este es un comienzo nacido del amor: quiere salir a la luz, verse y compartirse”, señalaba el creativo. De hecho, uno de los puntos que ha subrayado Michele es el nivel de habilidad del equipo: ¿Puedo pedir lo imposible, sabes?, confesaba. “Para alguien como yo, es un orgasmo continuo. Es un clímax”.
En su debut en Valentino, Alessandro Michele apela al imaginario de esa burguesía sofisticada y decadente de los 70 que tan bien definió en su etapa en Gucci. La ostentación, de la que siempre ha hecho gala, vuelve a escena como una visión que también subraya en la casa romana. “Valentino nunca fue un minimalista, sino más bien un maximalista, incluso en los años 70, cuando fue más comedido”, comentaba. “Siempre hubo un sentido de opulencia y exceso muy romano en su trabajo, destilado a través de una visión por la belleza”. La línea entre lo que Michele justifica como ADN de Valentino y su propio ADN es muy difusa: hablamos de un sentido muy barroco del ladylike, sazonado aquí y allá con el hippie chic que también marcó la casa romana. Los vestidos boho se combinan con turbantes a la cabeza, ristras incontables de perlas, detalles de pelo y medias de encaje con kitten heels.