Francis Ford Coppola, director de clásicos inmortales como ‘El padrino‘ (1972), no solo ha dedicado su vida al cine, sino también buena parte de su fortuna. Su último gran proyecto, ‘Megalopolis‘, fue financiado de su propio bolsillo con más de 100 millones de dólares, un esfuerzo titánico que terminó en un sonado fracaso comercial. Por eso cobra especial interés la visita que el cineasta hizo hace unos meses a The Criterion Closet, donde Coppola reveló qué obras marcaron su mirada artística.
Películas que resisten al paso del tiempo
En su paso por este espacio en el que actores y realizadores comparten sus títulos favoritos, Coppola nos sorprendió al elegir nada menos que la obra completa de Jacques Tati, un director francés al que se considera como uno de los grandes de la historia pese a su breve filmografía. Coppola lo explicó con admiración:
“Jacques Tati fue un cineasta maravilloso que creyó en una película que quería hacer y gastó toda su fortuna, porque el sistema financiero de la época no la financiaba”
La película a la que se refería era ‘PlayTime‘, estrenada en 1967 y convertida en un fracaso en su momento, pero que hoy día es reconocida como una obra maestra.
“La estrenó y fue un rotundo fracaso, y murió prácticamente sin un céntimo, sin darse cuenta de que esta película en la que lo había invertido todo, llamada ‘PlayTime’, iba a ser considerada la obra maestra que consideramos hoy”, recordaba Coppola, añadiendo que es «más que una obra maestra, porque es un regalo de un momento realmente bueno, de mucha diversión para todos”.
El director de ‘Apocalypse Now‘ también subrayó lo insólito de la entrega de Tati:
“Creo que es el único cineasta que utilizó una gran parte de su fortuna para hacer una película que nadie más haría. Y su película. Y normalmente, cuando se hace eso, suele resistir la prueba del tiempo”.
Unas palabras que resuenan inevitablemente con su propia trayectoria, marcada por la apuesta personal detrás de ‘Megalopolis’. Como él mismo reconocía hace poco: “gasté mis últimos 100 millones”. Un gesto de fe absoluta en el arte del cine, aunque, como en el caso de Tati, el reconocimiento no siempre llegue acompañado del éxito inmediato.