Si piensas que las relaciones de pareja deberían ser al 50% estás en un error, y este es el por qué

Relaciones de pareja: por qué no son siempre al 50%

Vivimos tiempos convulsos en los que parece que todo lo que hasta ahora dábamos por hecho debe ser puesto en valor, analizado, desmenuzado para decidir si es una verdad absoluta, si esa premisa sigue definiéndonos o si ha llegado el momento de replantearnos esas certezas universales que hasta ahora hacían girar el mundo. Una de las parcelas que más ha cambiado durante las últimas décadas han sido las relaciones. La forma de entenderlas, el vínculo en sí mismo y el cómo gestionamos lo que nos une al otro, ha puesto sobre la mesa un desequilibrio que hasta ahora pasaba de puntillas.

Algunos años atrás, los repartos de responsabilidades estaban más que claros; mientras que el hombre se encargaba de llevar el dinero a casa, la mujer atendía a los hijos y gestionaba las ingratas tareas domésticas. A nadie se le ocurría poner en una balanza este acuerdo implícito en la mayoría de las parejas; se asumía como una obligación necesaria para que todo funcionase debidamente. Pero, con la incursión de la mujer en el mercado laboral y la lucha por conquistar sus derechos como parte activa de la sociedad, aparecieron palabras como conciliación, equidad o brecha de género, y nos hicieron replantearnos si esas relaciones seguían funcionando en el siglo XXI y, si no lo hacían, cómo deberían ser.

Cuando lo justo no es lo mismo que lo equitativo

Seguro que conoces a mujeres que cuando les pidieron a sus parejas que se involucraran más en el cuidado de los hijos o en las tareas domésticas, ellos alegaron que sus trabajos eran más demandantes, dejando caer, de paso, que además ganaban más que ellas, lo que parecía darles una ventaja a la hora de lidiar con la engorrosa rutina. A otros les pareció justo que si ellos daban un plus en casa, sus parejas deberían generar los mismos ingresos, obviando el punto de partida de cada uno o si su pareja se había pedido una reducción de jornada para cuidar a sus hijos, lo que hace inevitable que se abra un debate acerca de si este tipo de balances son del todo justos.

Susana Ivorra, psicóloga de pareja y sexóloga, nos habla de un concepto que puede ayudarnos a entender mejor por qué causa tanta controversia el tema: cuenta bancaria emocional. “Cuando conectas con tu pareja, cuando le ayudas, estás ingresando a esa cuenta. Cuando no atiendes a las necesidades, le reprochas, o estás desconectado de la relación, estás retirando de esa cuenta. Hay épocas en las que no podemos ingresar mucho porque estamos atravesando problemas personales, familiares o laborales, y no tenemos la energía o las fuerzas para ello, y otras en las que nos sentimos mejor y somos capaces de aportar más. Pedir que tu pareja ingrese al mismo tiempo que tú y en la misma moneda, es un imposible”.

Ivorra arguye que en una relación de pareja, a uno se le puede dar bien buscar planes para hacer juntos, descubrir lugares nuevos y organizar las vacaciones, mientras que al otro le gusta más crear momentos íntimos o gestionar la compra semanal y, como explica la experta, “no sería justo afirmar que uno da más que otro simplemente porque el formato de esa aportación sea distinto”. Ella lo tiene claro, pensar en un reparto del 50-50 no es real, puesto que obliga a medir continuamente y de manera rígida lo que cada uno da. “No es lo mismo dar el 50 cuando tienes 100, que hacerlo si tienes 55, y me refiero a lo económico, a lo emocional, a los afectos, ¡a todo! Si no somos ni vivimos lo mismo, ¿podemos dar siempre lo mismo?”.

La sexóloga señala que uno de los problemas más comunes es que cuando tenemos dinámicas en las que tendemos a ser cuidados, cuando nuestra pareja necesita esos cuidados y no estamos acostumbrados, puede ser difícil cambiar el rol. “Es importante pensar en ello como un acto de amor mutuo, no como una obligación que nos genere resentimiento y de lo que terminemos pasando la factura a nuestra pareja”. Aunque también incide en que dejarse ayudar tampoco es fácil para muchas personas, puesto que hay a quienes les cuesta mucho pedir ayuda. “Reconocer esa necesidad y llevarla con gratitud es fundamental, recordando que no es una posición en la que acomodarse. Como remar en una piragua, mejor si remamos los dos, pero si en algún momento remamos con menos fuerza, en cuanto podamos, por respeto al esfuerzo extra de la otra persona, volvemos a tomar el relevo”.

¿Y si nos metemos en una burbuja?

Rebeca Cáceres, psicóloga y directora de Tribeca Psicólogos comparte con nosotros su visión de la teoría de la burbuja de pareja desarrollada por Stan Tatkin, psicólogo experto en relaciones de pareja, quien aporta una serie de claves para construir un vínculo saludable. Se trata de anteponer, de mutuo acuerdo, la relación por encima de todo y de todos. Que sea un espacio seguro, de bienestar y alivio para ambos, en el que se sientan siempre tenidos en cuenta.

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