El precio del oro acentúa hoy su ascenso imparable, que le lleva a encarecerse ya en el año el 50%, y rebasa por primera vez los 3.900 dólares por onza. Se acerca así a la cota de los 4.000 dólares, en un ascenso en el que está pulverizando récords casi a diario y que refleja el creciente apetito de los inversores por el metal precioso, más allá de las compras de los bancos centrales que vienen sosteniendo el ascenso del precio en los últimos meses.
El cierre parcial del Gobierno Federal de Estados Unidos está siendo el último catalizador en el que se apoya el rally del oro, que hoy se sitúa por encima de los 3.940 dólares la onza. Ese colapso administrativo está impidiendo la publicación de indicadores económicos, como sucedió el pasado viernes con el dato de creación de empleo de septiembre, y elevando la incertidumbre entre los inversores. Sin indicadores de referencia y ante el bloqueo político, ahora crecen las dudas sobre cuál es el estado de salud de la mayor economía del mundo y sobre las rebajas de tipos que aguarda el mercado este año por parte de la Reserva Federal.

El oro ha acelerado este año su rally en respuesta a las políticas económicas de Donald Trump, que han desatado un movimiento de diversificación de las carteras entre los inversores y de debilidad del dólar. Sin llegar a cuestionarse el papel del billete verde como divisa de referencia a nivel mundial, inversores institucionales y bancos centrales están diversificando activos más allá del dólar y de la deuda soberana estadounidense, con el oro como principal alternativa. Además, ante unos aranceles que prometen elevar la inflación al tiempo que se espera que la Fed rebaje los tipos, el oro refuerza su papel como activo refugio ante el repunte de los precios.
“El oro ya ha subido casi un 50% en lo que va de año, y ha duplicado su precio en los últimos tres años. Se trata de un rally con pocos precedentes, como el registrado tras la suspensión de los acuerdos de Bretton Woods en los años 70, cuando se puso fin a la convertibilidad del dólar en oro“, explica Marco Mencini, responsable de análisis de Plenisfer, del grupo Generali Investments.
Los 4.000 dólares por onza está ahora a tiro de piedra, con un ascenso que está pulverizando las previsiones de los analistas para el metal dorado. Esos 4.000 dólares son la previsión que maneja Bank of America para el segundo trimestre de 2026, mientras que los 3.900 dólares de la cotización de hoy ya son el nivel objetivo del banco suizo Lombard Odier. Los 5.000 dólares no son un nivel descabellado y son la cota que contempla Goldman Sachs en el caso de que se agrave la desconfianza de los inversores hacia la deuda soberana de EE UU por culpa de la injerencia de la Casa Blanca en la Reserva Federal. Según el banco estadounidense, para alcanzar esos 5.000 dólares por onza bastaría que tan solo el 1% del capital privado actualmente invertido en deuda pública estadounidense se desviara hacia el oro. “Estamos asistiendo a una fase de pérdida acelerada de poder adquisitivo del dinero emitido por los estados. Al igual que el dólar, la libra esterlina, el yen y el euro han perdido valor frente al oro durante los últimos meses“, añade Ned Naylor-Leyland, gestor del fondo Gold & Silver y experto en metales preciosos de Jupiter AM.
El oro está cerca de duplicar su valor con el rally que acumula entre este año y el pasado. El ascenso del 90% en su precio en ese tiempo se está trasladando a otros segmentos del mercado, como la cotización de compañías mineras o la inversión en el metal precioso a través de los ETF, que están generando ganancias en el año que duplican a las del oro físico. Así, los inversores no solo se interesan por el metal como cobertura frente a la inflación sino que ese interés se traslada también a la renta variable. Y ya no son solo los bancos centrales los que sostienen el alza del precio con sus compras —en un proceso de diversificación de sus reservas que empezó con la guerra de Ucrania y la congelación de las reservas en el extranjero del Banco de Rusia— sino también el apetito de los inversores institucionales. El inversor minorista y el comprador de joyas de oro también contribuye a la apreciación del metal, un fenómeno que se da con especial fuerza en China.