Baja por ansiedad: cuándo es necesaria
A veces utilizamos la palabra ansiedad tan a la ligera, que es fácil confundirla con el estrés que nos produce el ritmo de vida que llevamos, de la misma forma que esa aceleración también puede hacernos ignorar las señales que nos alertan que necesitamos parar y acudir a un especialista. Según datos recogidos por el Ministerio de Sanidad, el problema de salud mental más frecuente es el trastorno de ansiedad, que afecta al 6,7% de población (8,8% en mujeres, 4,5% en hombres), aunque convendría definir de qué estamos hablando.
La psicóloga Gema Sánchez Cuevas la define como un estado o reacción emocional, mental y corporal, que tiene como objetivo proteger al organismo y sus intereses de algo que percibe como una amenaza. Aunque aclara que la amenazada es subjetiva, es decir, una persona puede recibirla como tal y otra no, dependerá de algunos factores como los recursos propios de cada persona, la situación o contexto en el que te encuentres o la experiencia de vida.
Gran parte de la ansiedad proviene de una mala gestión de la incertidumbre, algo que el ser humano no lleva del todo bien. La experta en psicología explica que cuando nos enfrentamos a una situación desconocida, la amígdala —una pequeña estructura cerebral que se relaciona con las emociones — se pone en acción, segregando cortisol y dopamina ante la aparición de cualquier peligro y anulando la parte más racional de nuestro cerebro.
Si bien es cierto que es inevitable preocuparse por lo que pasará, es necesario no vivir demasiado en el futuro ni darle demasiadas vueltas a lo que pueda ocurrir, puesto que es la antesala de la ansiedad. Según el autor estadounidense Earl Nightingale, el 40 % de nuestras preocupaciones no ocurrirán jamás, el 30 % tiene que ver con el pasado, otro 12 % son preocupaciones innecesarias sobre nuestra salud y el 10 % son pequeñas y casi sin sentido o inconexas. El resultado es que tan solo un 8 % de preocupaciones merecen nuestra atención.
Signos para detectar la ansiedad a tiempo
El problema de la ansiedad es que suele aparecer poco a poco, con pequeños síntomas que solemos normalizar y que, a largo plazo, pueden llegar a cronificarse, de ahí la importancia de un buen proceso de autoconocimiento que nos advierta cuando algo no va bien. Sánchez advierte que se manifiesta de diferentes formas. Desde síntomas físicos como taquicardia, sudores, temblor, sensación de mareo, hiperventilación, opresión en el pecho, náuseas o tensión muscular; hasta otros más conductuales como bloqueo, estado de alerta o dificultad para actuar.