Que el desayuno es la comida más importante del día es una máxima que todos hemos interiorizado, y que a estas alturas conocemos más que de sobra: los alimentos que ingerimos a primera hora de la mañana son los primeros tras un largo periodo de ayuno, y preceden a los momentos del día de mayor actividad y gasto de energía. Un desayuno en condiciones, por tanto, estimulará el metabolismo, equilibrará el azúcar en sangre y aumentará la energía, entre muchos otros beneficios para nuestra salud física y mental. Pero, como casi siempre en estos casos, que sepamos la teoría no significa que la llevemos a la práctica; el tiempo pisándonos los talones a primera hora de la mañana, las prisas, las tareas pendientes y el ritmo frenético tienen como resultado, con tal de ahorrar unos pocos minutos, desayunos escasos y poco saludables. Y eso en el mejor de los casos, cuando no optamos solamente por el clásico café. Una decisión que repercute, y mucho, en nuestro rendimiento durante el resto del día. Jessie Inchauspé, influencer, matemática, máster en bioquímica y ahora también embajadora de Vichy Laboratoires, más conocida como @glucosegoddess en Instagram —red social en la que acumula la friolera de cuatro millones y medio de seguidores—, incide en la importancia de prestarle la atención que merece.
La regla de oro: el desayuno, siempre salado
Según la experta, la clave pasa por estabilizar nuestros niveles de glucosa desde primera hora de la mañana. “Las células de nuestro cerebro se llaman neuronas, y sienten los efectos de los picos de glucosa igual que el resto del cuerpo. Sienten la inflamación, la glicación y la resistencia a la insulina, lo que puede manifestarse como niebla cerebral —pérdida de las capacidades cognitivas tales como la memoria, la concentración, el lenguaje o el razonamiento— y, a largo plazo, aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como el alzheimer. Para proteger nuestro cerebro, comer bien es muy importante”, advierte. Para controlar los picos de glucosa a los que Inchauspé hace referencia es fundamental comenzar siempre con un desayuno salado basado en proteínas, grasas saludables y, lo que es más importante, sin nada dulce excepto fruta entera (al final del desayuno) si lo deseamos. “Si sientes antojos de azúcar, fatiga crónica, niebla cerebral, sueño escaso, problemas de piel o si crees que podrías sentirte mejor de lo que te sientes, entonces estabilizar tus niveles de glucosa te ayudará. Dado que la gran mayoría de la población tiene niveles de glucosa inestables (algunos estudios estiman que el 80% de las personas están en este caso), entonces optar por un desayuno salado puede ser de ayuda”.
Entonces, ¿cuál sería, para la bioquímica, un ejemplo de desayuno perfecto? “Una tortilla de 2 huevos con queso feta y tomates, me encanta”. Una comida completa y equilibrada que evitará el pico de glucosa que conduce al posterior bajón y sus consecuentes antojos, y que nos mantendrá saciados y con energía durante toda la mañana. Aunque, eso sí, es solo un ejemplo y no significa que debamos desayunar esta combinación todos los días, ni tampoco que debamos demonizar todo lo dulce. «No hay que renunciar al azúcar, solo aprender cuándo y cómo comerlo con menos impacto en nuestra salud«, apostilla Inchauspé. Si buscamos inspiración, en el perfil de Instagram de la experta encontraremos mil y un ejemplos de desayunos siguiendo esta sencilla norma, pero, si no queremos adentrarnos en la red, basta con seguir su consejo: comenzar el día con una pizca de sal.
