Mala Rodríguez da el concierto de su vida justo ahora

Si la música de por sí es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo, que decía Platón, la música en vivo continúa siendo siglos después un refugio seguro. Es el momento del día en que te olvidas de dónde trabajas, quién te putea, el amigo con el que ya no es lo mismo, el vecino que odias, el familiar que solo te aporta dolores de cabeza o ese dirigente mundial que se ha propuesto destruir el globo terráqueo. La comunión con el artista y con el resto del público puede ser tal que hasta te consigas abstraer de las decepciones que te ha traído el susodicho artista sobre el escenario.

Mala Rodríguez celebró anoche en Teatro Eslava ante cerca de 1.000 personas el 25º aniversario de su debut, ‘Lujo ibérico‘. Igualmente se celebraba el 25º aniversario de Ochoymedio. Su show en Tomavistas recordando el mismo disco cuentan que fue somero y austero, incluso parco en canciones de ‘Lujo ibérico’, así que nada nos hizo presagiar lo que íbamos a presenciar en directo en este otro espacio.

Casi una veintena de músicos se amontonaron sobre las tablas a las 21.00 en punto para esperar a La Mala. Eran, en líneas generales, un grupo de mujeres a las cuerdas y a los coros, y un grupo de hombres a los vientos, batería y piano. Una big band de no dar crédito. Sonó un solo de trompeta que ni en los toros y un minuto después aparecía sobre el escenario la miura, María Rodríguez. ¿La canción que sonaba? ‘Tengo un trato’. ¡Lo mío pa’ mi saco! Karaoke colectivo.

El mayor hit del disco celebrado era la primera canción del set, pero La Mala sabe cómo mantener bien arriba un show. La segunda canción fue ‘Yo marco el minuto’. Y para entonar aquello de «tengo lo que tú quieras» pidió que subiera alguien «sexy» del público al azar. La valiente fue una chica, La Mala aventuró que iban a ofrecer «porno suave» y ambas empezaron a contonearse ante los vítores del respetable. La invitada se vino muy arriba, no cuando rozó las caderas de la artista, como estaba sugerido, sino cuando se colocó tras ella y le acarició el pelo. ¿Nunca habéis follado con alguien que os haya dicho «hazme de todo pero jamás me toques el pelo»? Por momentos vi a esta persona saliendo despedida del escenario de un guantazo, pero por suerte esto solo pasó en la imaginación de aquellos a los que La Mala nos da miedo. Rodríguez estaba decidida a ser todo simpatía y amor en la que iba a ser su gran noche.

Adrián YR

Eso sí, a su manera. Porque no faltaron chascarrillos marca de la casa como «Voy a contar un chiste. Bueno, el chiste se cuenta solo» (?) o «Valgo para presentadora, no sé por qué no me han cogido» (!). Pero sobre todo mandaron sus dotes para llenar espacios. Hubo otro momento delirante tan pronto como en la tercera canción, ‘Especias y especies’. Mala Rodríguez chillaba lo de que «solo hay cabrones y cobardes» mientras la gente lo repetía y el técnico de luces decidió volverse loco por un instante. Entre otras cosas, ‘Con diez o con veinte’ contó con la colaboración de Kultama, y el público cantó antes de tiempo el estribillo de ‘La cocinera’ cuando ella la presentó como «estoy cocinando». Tampoco faltó ‘No van’.

En un par de momentos, la rapera se dedicó a tocar manos y caras de las primeras filas, y por si fuera poco entretenimiento todo esto, tiró de «greatest hits». ‘Por la noche’ se certificó como su tema más querido, da igual lo que diga Spotify. La versión acústica de ‘La niña’, acompañada de únicamente de un guitarrista, fue para enmarcar. ‘Contigo’ sonó a clásico latino en Spanglish. ‘Quien manda’, aquella canción que no llevaba tilde porque no hay ninguna pregunta, «quien manda aquí es La Mala», fue de las más beneficiadas por el efecto orquesta, en toda su vocación jamaicana.

Hay que elogiar el trabajo del director de orquesta, cuyo nombre -lo siento- no pillé. Los arreglos no tenían nada de pompa, ni hacían sonar las canciones barrocas ni «adultas». Las versiones seguían sonando callejeras, solo que remozadas, casi entrañables, pero nunca almibaradas. Un poco en la deriva más jazzie de Kase.O. Un show que volvería a ponerme en Netflix y al que el público respondió muy bien. Cuando la artista comunicó que tenía que ir cerrando a los 75 minutos de concierto, porque era lo que «la sala le permitía», la gente pidió más y más. Especialmente se pidió ’33’, pero Mala culpó al director de orquesta de no haberla preparado, entre risas. Tras ‘El gallo’ y 20 gritos «¡haced lo que os dé la gana!», el concierto acabó, sin bis, y allí el 80% del público se resistió a irse, reclamando «otra» y «otra».

Al ver al técnico de sonido recoger sus bártulos, este cronista de JENESAIS… SU PUTA MADRE desistió. Por alguna razón había sonado una de mis canciones favoritas, que consideraba olvidada y no es del disco de marras, ‘Por eso mato’, y fue la que me puse en bucle de vuelta a casa. «Si tú me das bueno, yo te doy bueno. Si tú me das malo no te doy na. Te ves arrepentido por no celebrar la vida, que tanto a mí me ha costao». La respuesta a las cosas que no entiendes de los artistas, tantas veces está en sus propias canciones… 9.

Adrián YR



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