Del ‘Vertigo’ de Alfred Hitchcock a ‘Melancolía’ de Lars von Trier, pasando por el ‘Where the Wild Roses Grow’ de Nick Cave y Kylie Minogue.
‘Ofelia’, la célebre pintura del prerrafaelita John Everett Millais, es uno de los referentes pictóricos más utilizados en las producciones audiovisuales, a la altura de ‘El mundo de Cristina’ (Andrew Wyeth) o ‘Gótico estadounidense’ (Grant Wood).
En 1900, la obra fue reinterpretada por el pintor alemán Friedrich Heyser. Su ‘Ofelia’ es la que sirve de modelo para Taylor Swift en la recreación con la que se inicia ‘The Fate of Ophelia’. Siguiendo con los prerrafaelitas, el pájaro que aparece en el segundo tableau vivant parece inspirado en la ‘Beata Beatrix’ de Dante Gabriel Rossetti, aunque el resto de la composición no tenga nada que ver.
Con ambas referencias pictóricas se abre un videoclip que destaca por dos factores. Por un lado, el atractivo dinamismo del montaje y de la puesta en escena, que encadena secuencias mediante un uso muy creativo de la (falsa) continuidad y los encadenamientos visuales (la apertura de un telón, un movimiento de la mano, un chapuzón…).
Por otro, y dejando a un lado los habituales easter eggs para los (muy) fans, por la variedad de looks y escenarios que presenta el clip, la mayoría basados en referentes clásicos: desde la estética cabaretera -en su vertiente music-hall o burlesque- hasta la popera de las girl bands de los 60, pasando por los decorados de las producciones de Broadway o las coreografías acuáticas de Esther Williams. ‘The Fate of Ophelia’ concluye con un guiño al “destino de Ofelia”, mostrando a Taylor sumergida en una bañera.