Cuenta Kevin Parker en las entrevistas sobre su nuevo disco, ‘Deadbeat’, que él no planea ningún movimiento musical, sino que simplemente persigue su propia intuición y lo que «se siente bien». Su sorprendente evolución hacia la música electrónica nace de un proyecto inicial que él concibe ajeno a Tame Impala, pero cuando el compositor de melodías empieza a emerger, queriendo introducir «unos buenos acordes» en esos beats que estaba produciendo, nace el primer disco de Tame Impala en un lustro.
La primera sensación que deja ‘Deadbeat’ es de caos: las pistas electrónicas, como ‘Not My World’ o el single ‘End of Summer‘, parecen escritas para ser pinchadas en raves a altas horas de la noche. Pero después, el rock psicodélico de ‘Loser‘ y el urban pop dosmilero de ‘Obsolete’ apuntan claramente en diferentes direcciones.
Puede que ‘Deadbeat’ no logre la cohesión de los anteriores trabajos de Parker, pero sí representa la mejor de las sorpresas, tanto para quienes no vieron en ‘The Slow Rush‘ (2020) la evolución esperada, como para quienes siempre creyeron que Parker podía escribir discos incluso más pop que los anteriores. Tan pop que el influyente «sonido Tame Impala» fuera casi imperceptible.
Ese sonido está presente en la pegadiza ‘Loser’, que, por título y sonido, remite a ‘Lonerism‘ (2012). También en ‘Dracula’, una simpática variación de ‘Currents‘ (2015), que ha dado a Parker, merecidamente, su primera entrada en el Billboard Hot 100. Ambos conectan con el concepto de ese disco que decide llamarse «bala perdida» porque Parker siempre se ha sentido así y ha decidido celebrarlo.
Aunque, en todo este tiempo, Parker se ha casado y ha sido padre -y a sus hijas parece dedicar el dembow (sí, has leído bien) de ‘Oblivion’-, ciertas pistas como ‘My Old Ways’ o ‘No Reply’ retratan a un músico solitario, absorto en su mundo, incapaz de contestar mensajes y rendido a los malos hábitos. En ‘Loser’ canta que es un «perdedor» y una «tragedia», cogiéndole el cable a Beck. La cuestionable rima «you’re a cinephile / I watch ‘Family Guy’» de ‘No Reply’ es un triste retrato en diez sílabas.
Al final, ‘Deadbeat’ no es un disco de electrónica, aunque la muy Jamie xx ‘Not My World’ y la más Four Tet ‘Ethereal Connection’ son estupendas grabaciones que hermanan con ‘End of Summer’ en estilo y concepto. Tienen más personalidad otras pistas como la inicial ‘My Old Ways’, una odisea deep-house construida sobre un infalible loop de piano, que más adelante progresa hacia algo parecido al teclado vintage marroquí; la nu-disco ‘Afterthought’, la más inmediata de todas, o ‘No Reply’, una especie de house sudafricano, como inspirado por el Drake más bailable, pero pasado por el filtro de Tame Impala.
La variedad estilística de ‘Deadbeat’ toma caminos tan inesperados como el de ‘Obsolete’, que revisita la moda del bhangra-pop de los 2000 de forma notable, o ‘See You On Monday (I’m Lost)’, una de las piezas menores del álbum, tan ambiental y onírica como una composición de Angelo Badalamenti, aunque su posición en el tracklist desconcierta. Otras fusiones se pasan de rosca: ‘Peace of Heaven’ es un gracioso homenaje al ‘Orinoco Flow’ de Enya… hasta que decide convertirse en un single de Timbaland de 2009. La entrada de percusiones certifica que, a veces, menos es más.
Que la intuición de Kevin Parker haya llevado al australiano a explorar sonidos tan dispares demuestra su hambre creativa. Pero lo mejor de ‘Deadbeat’ es la manera en que se desvincula del famoso sonido de Tame Impala, tan influyente y probablemente ya agotado, y demuestra que Parker no depende de él en absoluto para crear buenos discos y canciones, y para evolucionar como artista que sigue teniendo cosas que decir en su quinto trabajo. ‘Deadbeat’ no es su obra más cohesiva, pero sí la que más se parece a un recopilatorio de éxitos.
Tame Impala presentará ‘Deadbeat’ el 7 de abril en el Movistar Arena de Madrid y el 8 de abril en el Palau Sant Jordi de Barcelona. JENESAISPOP es medio oficial.