Además de recordarnos a su estilo nupcial, el look elegido por Meghan tenía todas las señas de identidad de sus incursiones más memorables en la alfombra roja (el Givenchy de un solo hombro de los Fashion Awards; un depurado Victoria Beckham turquesa para una última aparición en Londres; un interesante Proenza en tono crema para la gala Power of Women): clásico, discreto, eficaz. En esta última ocasión, añadió al conjunto unas sandalias negras de tiras, su característico moño bajo y un sutil toque de diamantes.
A diferencia de cuando era miembro activo de la familia real, hoy día las apariciones públicas de Meghan –ahora madre de dos hijos en Montecito y aspirante a gurú del estilo de vida– son escasas y distantes entre sí, pero lo que vemos de la duquesa indica que está adscrita al lujo silencioso, desde sus prendas de Loro Piana hasta el cachemir de The Row. Su look de Staud, por tanto, es una rara avis en su armario, ya que la marca de Los Ángeles –muy popular entre la generación Z y que frecuenta la supermodelo Bella Hadid– tiene vestidos a partir de 200 libras.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.co.uk