Complejos de privilegios heredados aparte, lo cierto es que la carrera de la artista no ha hecho sino crecer a una velocidad de vértigo. Desde que lanzara aquel minor, su debut en el verano de 2020, hasta ahora solo han mediado dos álbumes de estudio: Good Riddance, en 2023, y el muy celebrado The Secret of Us tan solo un año después. Entre uno y otro trabajo, fue telonera de Taylor Swift en algunas escalas americanas de su planetaria gira The Eras Tour, un oportuno espaldarazo que Abrams no deja de resaltar siempre que tiene ocasión en un inusual gesto de humildad en el olimpo del pop. Ella misma culminó este verano una gira que la ha llevado a viajar por todo el mundo (con parada en España incluida). Una progresión bastante vertiginosa para una chica que se confiesa tímida e introvertida, que adora escribir sobre todas las cosas y que no encuentra mejor manera de canalizar sus sentimientos que a través de sus canciones serenas, pegadizas y desacomplejadas.
Pero la estela de la artista no solo brilla en la industria musical. La de la moda, siempre ávida de nuevos rostros que encarnen el zeitgeist de turno, también se ha apresurado a encumbrar a Abrams como el icono en el que fijarse ahora. Su relación más estable hasta el momento (con permiso de la que parece que mantiene con el actor Paul Mescal) es la que la vincula a Chanel en calidad de embajadora de la marca. Un título que parece que Matthieu Blazy, flamante nuevo director creativo de la marca, pretende mantener. La cantante destila una muy cuidada mezcla de candidez y modernidad relajada (y controlada) difícilmente resistible. Cuando hablamos por videollamada, Gracie se encuentra en Nueva York. Se conecta con la cara lavada, su sempiterno pañuelo en la cabeza y su encantador diastema, lista para salir pitando al estudio de grabación en cuanto acabemos la entrevista para seguir avanzando en el que será su próximo álbum, aún sin fecha de salida. De nuevo, lo que ves es lo que hay.