Fue en octubre del pasado año cuando se pudo ver la primera fotografía de Jeremy Allen White (Nueva York, 1991) caracterizado como Bruce Springsteen. Algunas semanas antes se había hecho público que sería el actor el que encarnaría a The Boss en el biopic que dirigiría Scott Cooper. Casi un año después, el 24 de octubre, llegará a los cines el resultado de ese trabajo: Bruce Springsteen: Deliver Me From Nowhere. Junto al actor, conforman el reparto del que es el biopic musical de 2025 –como lo fueron en años anteriores Bohemian Rhapsody o Elvis– Jeremy Strong, Stephen Graham, Odessa Young, Paul Walter Hauser o Gaby Hoffman.
El neoyorquino pasó por Madrid para presentar este largometraje que no es un biopic al uso. Deliver Me From Nowhere se centra en un momento muy específico de la carrera de Bruce Springsteen, al comienzo de la década de los 80, cuando el cantante se decidió a dar un vuelco a una carrera que ya era la de una estrella de la canción para grabar un disco folk como fue Nebraska. Ha sido el propio Cooper quien firma el guion de este filme que se basa en la novela que cuenta el episodio que firma Warren Zanes.
Sí, Jeremy Allen White canta y llega a emular esa voz rota de quien es ya un icono americano por méritos propios. “Efectivamente, en algunos momentos ha llegado a doler”, reconoce divertido en conversación con Vogue España. “Cuando arrancó el proyecto, muy al principio, Scott me dijo que entraba en los planes del equipo que yo cantara, pero contaba entonces con una red de seguridad muy importante. Me dijo que pensaba que sí podía, pero que si de repente me resultaba imposible interpretar esas canciones sobre el escenario encontraríamos la manera de recrearlas”, cuenta quien se ha involucrado tanto en la parte musical como en la actoral. “Como sabía que había ese respaldo me permití a mí mismo dar todo lo que tenía. Estuve ayudado por un equipo supertalentoso: la ayuda de Eric Vitro [coach vocal] fue importantísima, estuvo a mi lado Dave Cobb, supervisor musical. Le dedicamos mucho tiempo, nos comprometimos y repetimos todo lo que fue necesario. Durante un par de meses practiqué cinco o seis horas a la semana con Eric, aunque después seguía preparándome por mi cuenta. Escuché la voz de Bruce en un bucle infinito”.