Una foto de perfil y poco más. Así es cómo parece que se han transformado los feeds de las generaciones más jóvenes –sobre todo la Alfa, es decir, aquellos nacidos desde 2010 hasta hoy–. Aunque puede parecer propio de este grupo de edad, la tendencia por disminuir la sobreexposición está presente en el universo digital. Muchos de quienes posteaban diariamente en su cuenta de Instagram a modo de ritual (fotos del desayuno, en el gimnasio, estudiando, comiendo…), ahora, lo hacen de vez en cuando. ¿Significa esta tendencia hacia los zero posts un adiós a esta aplicación o incluso a una disminución del sobreconsumo internauta? No. Tan solo un cambio de rumbo en la forma en la forma en la que nos relacionamos con las redes sociales.
Saturación, privacidad y comparaciones estéticas
Este fenómeno que consiste en dejar tu cuenta de Instagram como si de un lienzo en blanco se tratara, tiene nombre: Grid Zero. Acostumbrados a la sobreexposición y al oversharing y, a su vez, preocupados por los rastros de la huella digital, generaciones como la Z y la X están pisando el freno. Antes de publicar algo, lo piensan dos veces. Según Renan Dantas, Investigador de Tendencias y Movimientos Culturales, esta tendencia surge a raíz de la combinación de dos factores: una mayor conciencia sobre la privacidad y la saturación digital. “Los jóvenes, especialmente los Gen Z, son muy conscientes de los riesgos de la exposición digital y del uso de datos personales”, explica. Sumado a la privacidad, Dantas también hace hincapié en la consecuencia derivada de consumir contenido a diario y a todas horas: “Se está empezando a valorar más el consumo discreto de contenido que la exhibición constante de la vida personal”.
La sensación de haberlo visto todo tiene mucho que ver con el descenso de las publicaciones. Es más, IAB Spain señala que hasta un 33% de los usuarios ha abandonado alguna red social en el último año (sobre todo X y Facebook), mientras en Instagram parece estar aumentando esta presencia pasiva. ¿Los motivos? Aburrimiento, pérdida de interés y esa búsqueda de privacidad de la que habla Renan Dantas. “He estado observando y conversando con muchos jóvenes sobre el tema y varios de ellos comentan que buscan tener más privacidad y control sobre lo que publican como una forma de relacionarse con mayor autenticidad dentro de un pequeño círculo de amigos”, explica el experto en tendencias y movimientos culturales. “No se preocupan tanto por quién ve o qué comparten, ya que saben exactamente quién está allí”, añade.
Nacidos y crecidos en un mundo digital donde las comparaciones son inevitables –vidas aparentemente perfectas, en constante movimiento y sin espacio para el saber estar sin hacer absolutamente nada, además de trends que promueven la productividad ante todo–, cada vez más de ellos conocen la peligrosidad que esta falsa percepción supone para su propia autoestima. “Tienden a evitar las comparaciones y priorizan la salud mental”, añade Dantas. Pero otros, en cambio, se ven abrumados por la búsqueda de la perfección o de lo considerado como aesthetic y no publican nada en su cuenta Instagram por el temor a no estar a la altura de lo que ellos mismos consumen. “Esta preocupación está directamente relacionada con las características físicas de estos jóvenes, que se sienten presionados por la búsqueda del cuerpo perfecto o por un ideal de belleza inalcanzable, muchas veces impuesto por influenciadores, marcas y medios de comunicación”, declara.
No, esto no es un adiós a las redes sociales
Aunque parezca que la tendencia de los zero posts está propiciando la disminución de las horas que estos jóvenes pasan sumergidos en el universo de su teléfono móvil e Internet, no es del todo así. Sí, existe una saturación digital, pero no publicar nada no les exime de continuar siendo observadores (y consumidores). “El uso excesivo de las redes sociales todavía persiste, aunque la Generación Z muestre una mayor conciencia sobre la saturación digital”, recalca el experto. “Siguen conectados, pero de formas más reservadas”, señala. De ahí el auge de las cuentas privadas o secundarias –con una limitación de los seguidores a solo amigos o personas cercanas–, del uso de los close friends y de publicaciones dirigidas a grupos más reducidos. Espacios que brindan un respiro de la constante búsqueda de la perfección para dejar fluir la naturalidad y la espontaneidad. “Lo que cambia, en este contexto, es la manera en que se relacionan en el entorno digital, buscando evitar la sobreexposición”, destaca Renan.
