Este jueves 30 de octubre se cumplen 30 años de la publicación de ‘Different Class’ de Pulp. En aquel lejano otoño de 1995 el disco llegó precedido por el éxito veraniego de ‘Common People’, especialmente en el Reino Unido pero también en el resto de Europa.
Porque lo que ha quedado para la historia como el verano de “la batalla del Britpop” entre Blur y Oasis, hay que decir que fue bastante diferente en la realidad, al menos para el sector de aficionadxs que además de la radiofórmula escuchábamos Radio 3, leíamos revistas de música y teníamos interés por el pop. La frase “ni Blur ni Oasis, Pulp” es reciente, se hizo popular hace pocos años en reacción al reduccionismo histórico. Pero muy bien podría haber sido pronunciada aquel verano.
Y es que la realidad fue mucho más rica y compleja que una batalla montada artificialmente, y que de hecho arrojó dos singles completamente mediocres. En mi podcast sobre música Popcasting llevo varios años releyendo secciones de mi diario personal 30 años atrás, y en los últimos programas ha tocado repasar el verano del 95. Entre sus relatos de cotidianeidad veinteañera aparecen a menudo reflexiones sobre la música de entonces: me divirtió mucho leer que ‘Country House’ de Blur me había parecido malísima en comparación con la excitante ‘Girls & Boys’ que tanto nos había hecho bailar el verano anterior en nuestro bar-refugio (el Donegal, en Pamplona). También reí al leer (ya no lo recordaba) que el Ruta 66 había comparado ‘Roll With It’ con Status Quo.
En una de las entradas en la que describo una fiesta que organizó en el mes de agosto mi viejo amigo Roberto —un intento de animar un poco otro de aquellos veranos muertos de Pamplona en los 90— nos describió a mí y a mis amigos bailando al son de ‘Common People’, pinchada por él, en uno de los momentos más eufóricos de aquellas vacaciones. Así que el verano de 1995 fue en realidad el de ‘Common People’, el de Pulp (inesperado triunfo en Glastonbury incluido). Pero también el de otras canciones, porque el adagio “ni Blur ni Oasis, sino…” debería extenderse a muchos artistas más: como Elastica o a Supergrass, que son quienes produjeron otras maravillas que nos hicieron vibrar aquellos meses. ‘Waking Up’ también sonó aquel verano, al igual que ‘Alright’ o ‘Caught By The Fuzz’. En la radio, en nuestros walkmans y en ocasiones en esas pinchadas en las que Roberto se saltaba el guión de lo previsible en un bar de “rock and roll”, y en medio de los Stooges o los Sisters of Mercy pinchaba a Elastica, el ‘Trouble’ de Shampoo (Britpop también a su manera) o ‘Confide in Me’ de Kylie.
Pasado el calor, el otoño trajo más música fascinante desde el Reino Unido. En las páginas que he revisado más recientemente, ya en octubre de 1995, hay una referencia muy entusiasta a ‘Great Things’ de Echobelly, otros semiolvidados de aquella escena. Con la carismática Sonya Madan al frente acababan de lanzar ese single a finales de agosto como adelanto de su disco ‘On’. Pero las mayores alabanzas se las llevaba en mi diario el sencillo doble ‘Mis-Shapes / Sorted for E’s & Wizz’ de Pulp: “estas dos canciones me han vuelto loco”, escribí. A nivel musical se complementaban perfectamente: el ritmo casi Northern Soul de la primera, lleno de riffs de guitarra un poco glam pero también con sintes (algo único en el Britpop), y el medio tiempo resacoso y drogado de la segunda, con acústicas y sintes (algo único en el Britpop). Melodías espléndidas ambas: una eufórica, la otra melancólica y con ecos de John Lennon en el pre-estribillo.
Y entonces te fijabas en las letras… ¡ay! Un himno a lxs colgadxs, rarxs e inadaptadxs (“misshapes, mistakes, misfits”) llamando a la venganza contra la gente convencional, codo con codo con una balada sobre el bajón post-fiesta (“In the middle of the night it feels alright / but then tomorrow morning, oh, then you come down”). ¿Cómo no identificarse? Me compré el CD-single de inmediato, y no mucho después llegaría ‘Different Class’, que sigue siendo el álbum definitorio y definitivo de aquella era (con permiso de Suede).
Imagino que en los próximos meses leeré en las páginas de mi diario acerca de momentos especiales escuchando otros tesoros de pop británico para bailar y emocionarse que marcaron mi 1996, como ‘Single Girl’ de Lush, ‘Nobody’s Fool’ de The Digger$, ‘Fighting Fit’ de Gene o ‘Lost Cat’ y ‘You’ve Got A Lot To Answer For’ de Catatonia… y el excelente álbum de Suede ‘Coming Up’, claro. Un compendio de bandas más variado, con mujeres, y un poco menos heteronormativo que las dos referencias manidas que aparentemente han quedado en el estereotipado recuerdo. Por supuesto ese momento tan inspirado del Britpop no llegaría mucho más allá de los primeros meses de 1997. Blur y Pulp todavía harían buenos discos, pero para finales de década lo interesante estaba ocurriendo ya en otra parte.
Curiosamente, en este 2025 Oasis y Pulp han regresado a la actividad, y la perspectiva del tiempo no hace sino acentuar lo que ya era evidente en los 90: los unos han regresado con el contador de la creatividad invariablemente a cero, en una exitosa gira que no deja de ser una versión premium del circuito de la nostalgia. Los otros han editado un disco excelente que musicalmente está a la altura de su legado.
Que es lo mismo que se podría decir sobre Blur y su disco del 2023. En cuanto a si el legado de Damon Albarn tiene o no todavía relevancia, sirva como botón de muestra mi hijo de 12 años preguntándome hace unos días si conozco “un grupo de TikTok que se llama Gorillaz”.
El mes pasado —casi exactamente 30 años después de haber pillado aquel CD-single de Pulp— me compré en una de esas tiendas de vinilo tristes y asépticas, tipo boutique cara, el sencillo de ‘Spike Island’. El círculo se cerraba de una manera muy poética, porque el título ‘Sorted for E’s & Wizz’ se basó en una frase que una amiga de Jarvis había oído decir en un concierto de los Stone Roses (“¿habéis pillado todos éxtasis y speed?”). El concierto era por supuesto el legendario fiasco de Spike Island. Pero los tiempos han cambiado, y el Jarvis de 2025 ya no utiliza esa referencia como simple descripción costumbrista de los festivales y raves de los 90. Aquí le sirve para invocar un posible fracaso sobre el escenario, en una canción que reivindica que “nació para interpretar”. Al contrario que las letras random de Oasis, Pulp siempre tuvo algo interesante que decir. Que esto continúe siendo así —en este caso desde una perspectiva de final-de-la-mediana-edad— confirma que lo que hace 30 años prometía aquel impactante ‘Different Class’ sigue perfectamente vigente.
