
Umberto Eco pronunció hace 30 años en la Universidad de Columbia un discurso que intentaba definir las fronteras del fascismo. En una suerte de invitación a reconocer y aislar las premisas culturales del movimiento político, el semiólogo y escritor italiano retomaba, sin mencionarla abiertamente, la desarmante pregunta formulada por George Orwell medio siglo antes, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial: ¿Qué es el fascismo? Aparte de lo obvio, esto es, la aplicación criminal de un conjunto de consignas, Eco se centró en la observación del fenómeno que había conocido de primera mano durante su infancia. En su exposición identifica 14 indicadores de lo que llama Ur-fascismo, donde el prefijo alemán significa primordial o “eterno”, como él mismo lo traduce. Esas señales no solo resuenan en el tablero global, en las relaciones internacionales o en la degradación de los proyectos políticos, sino que permean a diario el clima de las redes sociales.
