Los ‘casi algo’: hablemos de cómo superarlos
¿Por qué nos duelen más unas rupturas que otras? Cuando hablamos de pérdidas, duelos y de sentimiento de abandono, no sabemos qué factor tiene más peso para que sea más sencillo o complicado superarlas. No es mayor el sufrimiento solamente por el tiempo de relación, es la intimidad, la etapa, lo profunda que ha sido la relación o lo que ha significado durante lo que existió. Quizás también es importante valorar todo lo que representaba. Un ejemplo: después de años soltera en los que te has sentido marciana con cada persona que conoces y pasar de la cuarta cita ha sido una misión imposible, conoces a alguien aparentemente normal con el que conectas y compartes muchas cosas. La relación va genial durante unos meses, hasta que un día desaparece sin explicación o te deja de mala manera, como a Carrie Bradshaw y el post-it de aquel novio escritor de medio pelo en el que ponía: “Lo siento. No puedo. No me odies”.
No habéis sido una pareja consolidada, pero esa relación incipiente significaba muchas cosas: esperanza, volver a confiar, darte una oportunidad, abrirte a alguien, compartir fines de semana, dormir con una persona o un mensaje de buenos días. A veces duele tanto porque las rupturas abruptas o los ghostings hacen daño a tu autoestima: no entiendes qué ha pasado, sientes que alguien ha salido corriendo porque ha visto algo terrible en ti que ni siquiera te ha querido explicar o no ha valorado nada el tiempo contigo. Repasas conversaciones enteras volviéndote loca y buscando ese insulto imperdonable que le has debido de escribir de manera inconsciente. Ya buscas donde no hay; por supuesto: porque nadie se merece un final sin final.
¿Los casi algo pueden doler más que una ruptura?
Esto es lo que pasa con los “casi algo”: son una masa sin forma ni nombre porque no se han catalogado aún, pero tienen su importancia. Los primeros meses de las relaciones, todo es confuso, emocionante y un periodo de prueba donde estáis evaluando ambos si seguir o no adelante y ponerle la famosa etiqueta. Pero hay implicación, sentimientos, proyecciones de futuro y planes. Por tanto, ¿es posible que este tipo de relaciones, cuando se rompen, duelan incluso más que una separación de pareja? Seguro que recuerdas alguna experiencia con un novio con el que duraste años en la que el duelo lo hiciste antes y, cuando ya no estabas con esa persona, no te costó tanto porque lo pasaste muy mal durante el último año o los meses finales.
Para salir de dudas respecto a este tema, hablamos con María González, psicóloga de Instituto Centta, y comenzamos preguntándole el primer interrogante, a lo que nos responde que: “El dolor de ambos tipos de ruptura es diferente, y en muchos casos la angustia de la finalización de un proyecto de pareja que aún no estaba consolidada puede ser mucho mayor, ya que en parejas de larga duración lo que suele predominar es la tristeza. En los “casi algo” tenemos una mezcla de angustia por las circunstancias en las que se da el final de la misma, en la que en la mayoría de casos no hay tanta comunicación o espacio de diálogo como en una pareja ya consolidada. La suma de la tristeza por lo que no ha sido, pero que ya era una realidad en el imaginario de la persona, la esperanza y la ilusión, son más fuertes cuando uno está empezando una relación, de ahí que el contraste a nivel emocional sea mucho más fuerte” cuenta la experta.
Cierto es que, por lo general, cuando se rompe en una pareja tienes la sensación de haber vivido, solucionado, hablado, discutido y básicamente, de haber dejado todo tu empeño y esfuerzo en la relación, por lo que no se quedan demasiados “¿y sí?” con incertidumbres de diferentes tipos en el aire. Lo habéis intentado todo, o al menos has disfrutado de esa pareja durante mucho tiempo. Pero con los “casi algo”, quedan muchas cosas en simples proyecciones que nunca se cumplirán y pensamos mucho en lo que podría haber sido y no fue.
Escasos momentos, pero intensos
En ocasiones, nos marcan personas que pasan por nuestra vida poco tiempo y no entendemos cómo nos puede doler tanto, por tanto, ¿a qué responde ese sentimiento de malestar tan profundo pese a haber estado escasos momentos con esa persona? La respuesta está en la intensidad, pero no solamente es eso, sino también nuestras hormonas. “Muchas veces la química y la atracción física pueden ser tan intensas que nos marquen de por vida. Esto no quiere decir que sean mejores, son diferentes. A nivel neuroquímico, en los “casi algo” predomina la dopamina y adrenalina, que nos hace sentir esa euforia y esas ganas de más con esa persona. Sin embargo, en las relaciones consolidadas lo que suele predominar más es la serotonina y oxitocina, más relacionadas con el vínculo y la seguridad. De manera natural se evoluciona de un estado al otro con el paso del tiempo. Es por esto que cuando la ruptura se produce en plena predominancia dopaminérgica nuestro cerebro siente un síndrome de abstinencia podríamos decir más fuerte, que percibe de manera más intensa la ausencia de esa persona y de esas rutinas, aunque solo llevaran semanas”, apunta la psicóloga María González. Y es que ahora podemos entender más que ese síndrome responda casi como a un mono emocional y nos haga sentir esa sensación de desdicha tan intensa.
Algo racionalmente desproporcionado que en ocasiones nos hace pensar que estamos exagerando, pero la realidad es que nos duele de verdad, ¿fruto de esa ausencia de hormonas de la felicidad? Sobre todo, sí.
Una falta de explicaciones contínua (y de comunicación)
Un caso aparte, sin olvidar la parte biológica pero atendiendo más a la emocional, es cuando esos “casi algo” prescinden de ti sin darte una explicación o consideración, algo que en nuestra sociedad se estila cada vez más. Aquello de: no tengo que darte explicaciones porque no somos nada. Aunque estemos cada vez –y por desgracia– normalizando más este tipo de reglas no escritas, donde la responsabilidad afectiva con alguien con quien has intimado varias veces brilla por su ausencia, esto deja un poso en nuestra autoestima.