El perfume de otoño más vendido en la boutique del Aeropuerto de Madrid
Últimamente, tanto por trabajo como por cuestiones personales, vivo entre aeropuertos —algo frustrante para alguien con pánico a volar, pero esa historia la dejamos para otra ocasión—. El caso es que, consecuentemente, paso también mucho, pero que mucho tiempo paseando por los duty frees de estos, mirando y remirando sus últimas incorporaciones y observando, con toda la calma que sólo la espera puede dar, cómo clientes de todas partes del mundo recorren sus stands maleta en mano; fructíferas caminatas de las que me llevo algunos de mis mejores descubrimientos en materia de cosmética. El fin de semana pasado, sin ir más lejos, me recorrí todos los stands y tiendas del Aeropuerto de Madrid durante una larguísima escala con una misión en mente: encontrar un perfume que sustituyese a mi favorito de todos los otoños desde hace más de media década. Spoiler: no lo encontré, pero me llevé un repuesto de mi caballo ganador.
El quid de la cuestión está en que, esta vez, quise informarme un poco más sobre si se trataba de una obsesión personal, o si alguno de aquellos transeúntes sufría la misma adicción que yo. “¿Qué tal se vende este perfume?” Pregunté mientras el dependiente de la boutique de Jo Malone me lo envolvía para regalo. Era para mi, pero qué sé yo, me gusta abrir paquetes. “Pues ya lo ves —mientras esperaba en la cola, un hombre acababa de comprarlo también para regalo, previsiblemente como souvenir de última hora para su mujer—, es sin lugar a dudas nuestro best seller. Aquí triunfa todo el año, pero ahora que llega el otoño se vende especialmente bien”, me respondió. Abro paréntesis para resolver la duda: el perfume en cuestión era English Pear & Freesia, de la marca británica, y la clave de su éxito en otoño radica en su aroma a peras recién caídas del árbol, freesias blancas y toques de ámbar, pachulí y madera. Por establecer una analogía visual, rociarte este aroma es como transportarte a un bosque británico cuando las hojas empiezan a caer, o colocar un ramo de flores en el salón mientras llueve fuera y la chimenea está encendida. Algo así como viajar a un cottage inglés sin necesidad de hacer check in.
¿Lo mejor, al menos para una fan incondicional como yo? Que está disponible no solo como fragancia al uso, también en forma de velas, difusores de mikado, jabón de manos, gel de ducha e incluso también en crema corporal. Como cabría esperar, una de esas velas con mi perfume de otoño favorito cayó también en mis manos y, unos 30 segundos después de pasar la tarjeta de crédito, el ‘última llamada para los pasajeros con destino Venecia’ sonó por megafonía. Justo a tiempo. Así, me despedí de mi asesor ya con la característica bolsa beige en mano, adornada con un precioso lazo negro que no llegaría intacto a mi destino.