Justicia artificial coincide en el tiempo con otros estrenos que ponen en el centro a una hacker. Así sucedía en Asesinato en el fin del mundo o en Kimi, la película de Zoë Kravitz que dirigió Steven Soderbergh. “Mi referencia personal iba por Lisbeth Salander. En el momento del hype de los libros me volví bastante loca. Luego hicieron la película y ya lo de los tatuajes era demasiado extremo”, rememora. “Había que intentar hacer una cosa que no fuera un prototipo como el que se tiene de las hackers. Al final esto es Coruña, pero no Londres o Nueva York. Esta mujer es muy inteligente, pero no deja de ser una rata de ordenador”.
Alba Galocha debutó en el largo hace ocho años, con un papel secundario en El hombre de las mil caras. Desde entonces, ha aparecido aquí y allí en diferentes proyectos audiovisuales, pero hacía tiempo que no aparecía en pantalla con un personaje tan relevante como este. “Es verdad que he hecho un grado en Cerámica y tenía clase todos los días y a mí lo que me gustaría es poder dedicarme a eso. Llevo un año sin hacer pruebas, esta es la última película que hice y tuve que dejar el grado porque llevaba faltando un mes. Al final lo que quiero hacer es eso, la moda me mantiene económicamente y solo son días sueltos. Llevo un año un poco apartada”, reconoce. “Ahora mismo tengo la cabeza en los proyectos cerámicos y textiles, pero no soy de las personas que dicen esto nunca más. Los entrenamientos que hago de teatro me parecen increíbles porque a nivel creativo aportan mucho más que un rodaje”, apunta. “Un rodaje supone mucho y las pruebas también. Viniendo de la moda y acostumbrada a que me digan que no, en las pruebas de interpretación percibo algo más. Estoy cómoda ahora mismo investigando desde mi estudio”. Aunque deja claro que no se aparta del todo de la actuación, sí busca algunos requisitos para decir sí. “Tiene que ver con la directora o el director, que sea alguien con quien me apetece trabajar”, comparte.
Antes de despedirse, Alba Galocha comparte cuál ha sido el mejor consejo que le han dado a lo largo de una carrera en la que ha sido modelo, actriz y artista plástica. “Con el que yo me he quedado es con uno que me dio mi hermano mayor. En una dedicatoria de un libro, Glamourama de Bret Easton Ellis, escribió: ‘No dejes que los monstruos que te rodean te atrapen y te cambien’. Con los años siempre he vuelto. He trabajado con mucha gente y la he visto cambiar”, comenta. “La vida pasa volando, pero a la vez es muy larga. Nunca sabes dónde vas a estar dentro de tres meses así que cuanto más amable seas, mejor para el futuro”, concluye.