Después de la ilusión que despertó la colección inaugural de Chemena Kamali para Chloé, esperábamos con impaciencia descubrir quiénes serían las primeras celebrities en lucir los looks boho chic de su pasarela de otoño-invierno 2025/2025. Muy poco después, Zoe Saldaña acudió a la Met Gala con el vestido nude transparente; Daisy Edgar-Jones se enfundó el conjunto azul claro de cuello alto para promocionar Twisters; Sienna Miller optó por el vestido blanco de encaje transparente con tirantes espagueti para el Festival de Venecia; Suki Waterhouse teloneó a Taylor Swift en Londres con un vaporoso vestido melocotón; y Maya Rudolph se paseó por la alfombra roja de los Emmy con la versión rosa empolvado. Habían nacido las nuevas chicas Chloé.
En los últimos años, algunas firmas han adoptado una política según la cual cualquiera que tome prestado uno de sus looks, debe lucirlo según el estilismo visto en pasarela. Aunque lucir un conjunto recién salido de un desfile es un golpe de efecto innegable (y a saber cuántos estilistas abarrotaron de emails el departamento de Relaciones Públicas de Chloé nada más acabar el debut de Kamali), el gesto se está quedando anticuado.
La obligación de llevar el look completo, por ejemplo, se adapta poco a las diferentes situaciones que impone el mundo real. Tanto Rudolph como Miller llegaron a la alfombra roja con botas de cuero hasta el muslo, mientras que unas sandalias de tiras o un zapato de salón habrían sido mucho más apropiados. También explicaría accesorios como el collar dorado de Edgar-Jones o el cinturón metálico con Chloé en letras de molde que llevó Miller, poco congruentes con sus estilos personales.
Aunque Chloé, por supuesto, está lejos de ser la única marca que impone preservar sus estilismos al detalle, llama especialmente la atención algo tan contradictorio con el espíritu libre de su estética hippie. A principios de este año, Bella Hadid lució un look completo de Gucci de la colección de primavera-verano 2024 en las calles de Nueva York: una minifalda gris y un blazer a juego con una camiseta de tirantes nude y mocasines de monograma con plataforma. Incluso llevaba el mismo bolso rojo Ancora con la característica correa a rayas verdes y rojas. Y en la promoción de Del revés 2, Ayo Edebiri lució un ecléctico chaleco de lentejuelas sobre una camisa blanca clásica y una falda asimétrica estampada. Pese a la aparente originalidad, el look de Dries Van Noten –hasta las sandalias de tacón con calcetines de estampado geométrico– era calcado al que se vio en la pasarela de la firma.
La directriz de llevar looks de desfile priva a las celebrities de la oportunidad de expresarse tal y como son. Hadid es una pionera en materia de moda y sus atuendos suelen marcar tendencia. Habría sido mucho más interesante ver cómo combina ella el traje con falda de Gucci o los alucinantes mocasines de plataforma, en lugar llevar un estilismo prefabricado, como lo podría llevar cualquier otra persona. También se hace un flaco favor a los estilistas, privándoles de una componente vital en su trabajo como es la creatividad. Las estilistas de Hadid y Edebiri, Molly Dickson y Danielle Goldberg, respectivamente, son dos de las mejores del sector. En lugar de dedicarse a construir los looks de sus clientas, se limitan a ponerles lo que les envían.
Hay muchas razones por las que las marcas quieren mantener intactos sus looks de pasarela. Quizá no quieran que las prendas se pierdan en el conjunto o, peor aún, que se combinen desastrosamente (sin mencionar que, obviamente, muchas famosas cobran por llevar el look completo). Pero, al fin y al cabo, los diseñadores tienen que ser capaces de ceder el control. Cuando las colecciones llegan a las tiendas, no se venden como looks completos, sino como prendas individuales. No pueden marcar el estilismo de cada persona que compra sus piezas, ni exigir que se compren y se lleven a su gusto. Lo normal es que cada cual integre las piezas en su vestuario cotidiano y las mezcle con otras marcas. Así es como vestimos: no con looks completos predeterminados, sino con una mezcolanza que nos representa. Así que, por favor, diseñadores, acabemos con la tiranía del look completo y dejemos que la gente, famosa o no, se vista como quiera.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.com