La boda en Pontevedra de Tatiana y Rubén
Tatiana y Rubén tenían claro que querían una boda pequeña. “Éramos 80 invitados, gente muy cercana, algo que nos permitió dividirnos y estar un poquito con todos ellos mientras disfrutábamos de la fiesta y de nosotros”, cuenta la pareja. Encontrar un lugar para celebrar una boda de dichas características fue todo un reto pero, finalmente, encontraron el escenario idóneo, la Rectoral de Cobres 1729: “El sitio es muy gallego, es de los pocos sitios que encontré para una boda pequeña, pero le encantó a todo el mundo”, confiesa Tatiana.
A nivel estético, no había una temática sobre la que construir la decoración y los detalles de la boda. El lugar les pedía algo relajado y campestre y, además, quisieron incorporar referencias gallegas y asturianas, en honor a los orígenes de ambos. “Hicimos un seating plan con vasijas y macetas de barro, algo que me recordaba mucho a las tardes de los fines de semana de mi infancia recorriendo todos los viveros de la zona con mis padres. La decoré con manzanas de sidra que trajeron mis suegros el día antes”, detalla la editora de novias de Vogue.
De las flores se encargó Néboda Floristas. Idearon una ceremonia en el jardín de la rectoral llena de las flores favoritas de la novia pinchadas por el suelo. Finalmente llovió y, aunque estuvieron esperando hasta el último momento para poner en marcha esta idea, acabó creando un plan B ideal en la paneira. Crearon un pasillo vegetal con tulipanes, rosas, hortensias, gerberas y otras especies. “Una de las cosas que me preocupaba más en este tema era el desperdicio de las flores, así que Fátima compartió conmigo una idea buenísima que ella hizo en su boda: utilizar esas flores para que los invitados pudiesen hacer ramitos para llevarse de recuerdo. Así, en ese seating plan pusimos algunas de esas flores y otras del mismo estilo para que al terminar de cenar pudiesen llevárselas y ponerlas en sus casas a modo de recuerdo. La verdad que fue un éxito, la gente se fue a casa llena de ramos preciosos”, explica la pareja.
Para su vestido de novia, Tatiana confió en Teresa Patiño. “Le hice un guiñito a las raíces de mi ahora marido eligiendo una diseñadora asturiana. Quería algo sencillo, un vestido que viese en 20 años y me siguiese gustando. Soy un poco clásica a la hora de vestir, no me apetecían ni escotes exagerados ni aberturas, solo un diseño atemporal que me favoreciese. La verdad es que Teresa, y Cris dieron totalmente en el clavo”, confiesa la protagonista. A la hora de confeccionar la pieza, la editora de esta cabecera tenía claro que quería incluir algún detalle bordado, seña de identidad de los diseños de Patiño. “Le propuse bordar un pequeño cielo. Es un poco cursi, pero uno de mis recuerdos preferidos de cada verano es cuando salimos al jardín a ver estrellas fugaces, algo que a Rubén le apasiona hacer en las noches de agosto. También es algo que relaciono mucho con mi padre, creo que tenía todo el sentido hacerlo. Finalmente, Teresa bordó en lentejuelas doradas y plateadas nuestras constelaciones de Leo y Tauro, acompañadas de estrellas fugaces y lunas, en un lateral del vestido y en los puños”, comparte la periodista.
