Gabriela Wiener, autora de ‘Atusparia’: “Seguir pensando en mundos posibles, en un nosotros, es lo que ha ido empujando a la humanidad»

Atusparia es la protagonista de la historia, a quien acompañamos en un inusual coming of age que la lleva, también y sobre todo, hacia la acción política. Toma su nombre del líder indigenista peruano del siglo XIX y, al mismo tiempo, del colegio al que tanto ella como la autora, la propia Gabriela Wiener, asistieron. Una institución educativa levantada por iniciativa de padres y madres de familia formados en centros de la URSS que, junto a los docentes, crearon un proyecto de inspiración soviética e indigenista que se comenzará también a disgregarse con la caída del muro de Berlín. “Este lapso siempre quedó en un lugar borroso, nostálgico, como una utopía perdida por lo que implicaba políticamente”, reconoce Wiener cuando piensa en su escuela.

En aquel colegio, las enseñanzas marxistas convivían con los saberes y la materialidad de la lucha indígena. Siendo esta una defensa de la tierra y de la vida cuya resiliencia y dignidad inspira hoy a activistas climáticos en todo el mundo desde Latinoamérica. Wiener cita a José Carlos Mariátegui cuando esgrime que la revolución no puede ser “ni calco ni copia, sino creación de los propios pueblos”. Para ella, lo que en su colegio padres, madres y maestros lograron poner en equilibrio fue algo heroico, especialmente en ese momento. “Tuvieron que lidiar con un momento histórico complejo que está esbozado en la novela, los tiempos de las dictaduras latinoamericanas, en los que empiezan también a aparecer las guerrillas y los grupos armados en busca de recuperar su voz. Países enteros buscando liberación y también el asalto al poder. Esto estaba totalmente naturalizado en esa época, y mi percepción de todo ello era confusa y conflictiva. He tratado de transmitir en la mirada de la niña Atusparia ese candor, pero también ese punto de listilla de quien ha entendido cómo engañar al mundo que la rodea, que puede ser uno aterrador.”

“No se puede huir de la forma en que se aprende a conocer el mundo”, escribe Daniela Catrileo en Sutura de las aguas, y ese verso inspira a Wiener y a su heroína, que sobrevive a su edad oscura, “un universo cerrado, porque eso es la infancia, un lugar muy claustrofóbico y con sus propias normas”. Atusparia se reencontrará entonces con la brisa de ideas que inspiró su educación, y perseguirá su propio acercamiento a la lucha y acción política. Es cuando emprende su viaje a Puno, una ciudad marcada por un sentido de desobediencia civil.

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