LANDER LARRAÑAGA/NETFLIX
Es Pilar Castro la que se muestra más divertida cuando habla de La última noche en Tremor: “Me atraía el género. Me apetecía y creo que ya ha cubierto todas mis expectativas”, reconoce entre carcajadas. “Me apetecía hacer thriller y ahora que he hecho thriller me he vuelto más partidaria de la comedia”, admite con risas. Es ella la que encarna aquí a María, uno de los personajes que más tiene que ocultar en el laberinto que es el guion de la serie. “En mi caso era un personaje que no había hecho nunca, ni siquiera parecido. Es un personaje que son dos, dígamoslo así, por todo lo que se oculta. Que estuviera Pilar para mí ha sido un pilar fundamental. Trabajar con Oriol me interesaba por el cine que hace, del que yo no he participado mucho. Y porque me pagaban bastante bien”, admite Guillermo Toledo; Leo, en la ficción. Ambos encarnan a ese matrimonio que acoge con los brazos abiertos a Álex cuando llega a este pueblo ficticio que es, en realidad, el asturiano Puerto de Vega. Y ya fueron pareja hace años en la vida real, quizá de ahí que funcionen tan bien como pareja.
Son Ana Polvorosa y Javier Rey los intérpretes que afrontan personajes con momentos más duros en guion. Durísimos. “No soy de diferenciar mucho entre las horas de trabajo y las que paso en casa, pero sí es verdad que aquí ha sido complicado. Más allá de la cosa de llevarte el personaje a casa con sus problemas o lo que sucede. Nosotros intentamos trabajar la historia desde un lugar de verdad y por ello hemos sentido muchas cosas feas durante meses”, admite Rey. “Estuvimos muchas horas y días en situaciones feas para uno mismo. Cuando termina la jornada, cuando te vas a casa, te llevas esa sensación. La cabeza sabe que la sensación es real; el cuerpo, no. Intentar apaciguar funciona las primeras semanas, tras dos meses de trabajo es muy complicado salir. Es probablemente uno de los trabajos más intensos que todos hemos tenido que hacer”, añade. La actriz, por su parte, valora su propia experiencia: “Factura te pasa. Al final consigues desconectar, pero al principio es algo que estás experimentando en tus propias entrañas. Terminas hecho polvo. Los días de rodaje fueron intensísimos y muy dolorosos. Hay una fuerza que te nace también a la hora de necesitar expresarlo y desahogarse”.