Todo empezó con un reloj. El diseño no solo destacaba por su esfera, sino también por una correa que se enroscaba alrededor de la muñeca como una serpiente. Aludir a este reptil en términos de joyería es hablar de Bulgari, aunque en esta ocasión el foco principal no se centra en su celebérrima Serpenti, sino en otro de los iconos de la firma. Bajo el concepto de tubogas, la casa romana preserva en su ADN una de las técnicas con la que han desarrollado algunas de las piezas más disruptivas del siglo XX. Su nombre contrasta (y destaca) en un mundo que se define por lo delicado y artesanal, pero este hecho se debe precisamente a su origen: la idea parte de los tubos arrugados que se utilizaron para transportar el gas durante los años 20. Era el momento dorado del art decó, y el diseño industrial había irrumpido de forma similar en Europa, llevando a la cúspide el maridaje entre la sofisticación del arte y las alusiones a las fábricas y las producciones a gran escala. Aquel primer reloj joya data de 1948, y desde entonces, especialmente en los 70, Bulgari aplicó el tubogas de forma más ampliada a sus creaciones más reconocidas.
Esta llamativa especialidad no ha dejado de figurar una y otra vez a lo largo de las décadas con una vigencia absoluta, pero hoy vuelve a brillar con luz propia: “Tras tantos años insistiendo en su relanzamiento, uno de mis momentos favoritos ha sido cuando finalmente hemos tenido aprobación para hacerlo”, reconoce Lucia Silvestri, directora creativa de la firma, al respecto de la nueva colección, que se presentó el pasado mes de septiembre en Nueva York. “Mi equipo y yo nos hemos divertido mucho al tomar el tubogas y jugar con él a través de diferentes tonos de oro y colores de gemas. Nos inspiramos en los diseños de archivo, pero, por supuesto, con un toque contemporáneo”. La nueva propuesta está integrada por dieciséis novedosas referencias, especialmente en oro amarillo, un material que ostenta un lugar especial en el legado de Bulgari ya que en periodo de guerra lo prefirieron sobre el platino (más propio, en cambio, de la joyería francesa de la época). A unos sutiles collares decorados con un elemento central de tubogas se le suman varios brazaletes y gargantillas en diferentes tonos de oro que en algunos casos incorporan tachuelas de diamantes. La turmalina verde, la rubelita y la tanzanita son las piedras preciosas que ponen una nota más colorida a tres potentes chokers, enmarcados con diamantes en pavé. Como en el pasado, en esta ocasión Tubogas vuelve a fusionarse con otros de los códigos absolutos de la marca. Así pueden encontrarse guiños setenteros al diseño Parentesi, un motivo inspirado en los adoquines del pavimento romano. Pero si hay una referencia absoluta a otro icono, ese es Serpenti, cuya similitud con Tubogas no deja de subrayar Silvestri. La sinuosidad de las piezas inspiradas por este reptil se alinea con la capacidad que tiene esta técnica para adaptarse a su portador. Así, el cuerpo de la serpiente se convierte en una ‘tubería’ que se ajusta y cierra a través de la cabeza del animal.