Lentejuelas, plumas y pijamas: la ropa de fiesta se acomoda para no pasar frío (ni penurias) al calor del feminismo

«Por Dios, las rebecas, qué amor les tenéis las chicas de provincias a las rebecas. Estropeáis los conjuntos más bonitos por plantarles una rebeca encima». Lo escribía Carmen Martín Gaite en su primera novela Entre visillos (1958), aunque quien lo pronunciaba era Lydia. Hay en su declaración –que llega a mí gracias a la newsletter de Noelia Ramírez– un cierto desdén por una prenda que durante años fue sinónimo de puritanismo, a pesar de que en la década de los 40 llevarla te convertía inmediatamente en sex symbol –una simbología que funcionaba solo en Estados Unidos–.

Ahora, esa prenda ha vuelto a convertirse en objeto de deseo, tras un comeback más cercano al deseo que al recato. Pero si en 2020 Jacquemus decidió rescatarlas a la manera de Marilyn Monroe o Jayne Mansfield, lo que se estila ahora –también encima de la pasarela– es la combinación inesperada de ropa de fiesta con otras prendas de abrigo que evocan un tiempo incierto, pero acogedor. “El encuentro entre lo vanguardista, lo sexi y lo cómodo; piezas, estéticas y texturas que en principio no encajarían, pero que sí lo hacen”, adelanta Emma Cisneros, poeta visual bajo el nombre de @theloneliestgrrlonearth en Instagram.

A lo que hace referencia la experta en devolvernos a esa nostalgia otoñal es a esa confluencia entre el look de chica fiestera que se queda hasta las tantas y esa otra que solo desea quedarse en casa el viernes por la noche mientras se toma un té y lee una novela de Joan Didion. Al calor de este sentimiento importante y cada vez más acuciante nació Sleeper, firma ucraniana con poco más de una década de trayectoria. La marca especializada en ropa de descanso de lujo, que se hizo conocida en todo el mundo por popularizar pijamas de materiales naturales, confeccionados a mano, lanzó su primer diseño para celebrar en 2017. “El modelo con plumas, emblema de la firma, se ha convertido en un básico para todo tipo de ocasiones: fiestas de fin de año, reuniones familiares de Navidad, bodas… Hemos visto cómo la gente llevaba nuestros pijamas a la ópera, a cenas elegantes o a bailar hasta el amanecer”, comparten emocionadas desde la firma.

Los pijamas de materiales elevados y con elementos decorativos que embellecen el conjunto no son las únicas piezas de fiesta que se alejan del habitual vestido de paillettes. Otras combinaciones, más novedosas y arriesgadas, se han colado en las pasarelas. Durante los últimos meses, hemos visto cómo esta tendencia –o nueva apetencia vital– se percibía de soslayo en las propuestas de firmas como Coperni, Louis Vuitton, Ralph Lauren, Burberry, Miu Miu o Rabanne.

Miu Miu otoñoinvierno 2024

Miu Miu otoño-invierno 2024

Ralph Lauren otoñoinvierno 2024

Ralph Lauren otoño-invierno 2024

Todas ellas se atrevían a buscar la comodidad a la hora de celebrar dentro o fuera de casa. Meses antes, ya lo había hecho Kim Kardashian cuando combinó un cárdigan gris desgastado con un vestido de Maison Margiela en la MET Gala de 2024. Un guiño a esa vuelta del grunge por parte de algún sector de la moda, pero también un fenómeno que nace al calor del revival del indie sleaze. Aunque bien es cierto que ambas corrientes musicales y estéticas comparten determinados elementos identificativos: entre ellos, el caos y la despreocupación.



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