Guapa ‘al natural’: ¿Qué es?

‘Guapa al natural’… ¿pero qué es ‘al natural’?

Una vez me maquillé siendo todavía adolescente y ya nunca dejé de hacerlo. Diez años después, esos veinte minutos de autocuidado al despertar son una parte más de mi rutina, como el café de después de comer o la ducha de primera hora de la mañana; una serie de pasos y productos que acostumbro a defender más veces de las que me gustaría ante habituales comentarios –de dudosa buena intención– que tratan de calibrar la ‘naturalidad’ tras el proceso. Como si alcanzarla fuese directamente proporcional a la cantidad de corrector con el que una disimula sus ojeras. Con esta premisa, hace tiempo me planteé un debate que, a lo largo de los años, he trasladado a más de una conversación de sobremesa. ¿Qué imagen proyectamos al maquillarnos?

Hay quien opina que depende del tipo de productos que se usen y de lo extravagantes que estos sean. Pero, ¿no es esta una forma de acotarnos, de reducirnos a una apariencia física que baila en la fina –y muy subjetiva– línea de los límites del artificio? No te maquilles tanto como para parecer exagerada, pero tampoco dejes a la vista manchas, poros dilatados y, ni mucho menos, acné. Sé ‘guapa al natural’. ¿Qué es, entonces, la tan manida naturalidad? “Podríamos interpretar el término como la coherencia entre lo que uno cree y lo que hace. En lo que respecta al uso del maquillaje, este no tiene por qué estar necesariamente reñido con la ‘naturalidad’; si maquillarse es una conducta alineada con las actitudes, creencias o valores de la persona, entonces puede ser considerado una expresión de esta”, explica Unai Aso, psicólogo portavoz de la plataforma de psicología online UnoBravo.

Un ejemplo reciente de esta dualidad que llamó mi atención fue la aparición no makeup de Pamela Anderson en la red carpet de la pasada Gala del Met. “Es libertad, lisa y llanamente, y resulta un alivio”, dijo la intérprete e icono pop canadiense. En el lado contrario, la actriz Najwa Nimri. “Yo no soy yo con la cara lavada, yo soy yo maquillada”, confesó a esta cabecera en un Getting Ready –formato de vídeo de la casa– mientras se preparaba para pisar la alfombra roja de Cannes en 2024. Spoiler: ambas recibieron críticas, el peaje ineludible a pagar por el atrevimiento de elegir sobre la propia imagen. Porque cumplir con los estándares de belleza sin que una se exceda o se quede corta es, sencillamente, imposible.

Para salir airosa de esta dicotomía he aprendido, con el tiempo, que la clave está en no subrayar el engaño. Maquillarse, pero sin hacer visible la trampa. Sin juego y sin performance, sin teatralidades y sin artificios en la técnica. Sin poner sobre la mesa el hecho de que no existe una buena y una mala feminidad. Saltarnos esta regla no escrita es una osadía no exenta de cierta crítica social porque, ya se sabe, un mago nunca revela sus trucos. “El maquillaje es una cuestión personal; una decide usarlo o no. No obstante, en una realidad social feminista en la que lo personal es político, el maquillaje es objeto de debate”, comienza argumentando al respecto Eva Parrondo, historiadora del cine y psicoanalista. Y continúa: “Se está a favor o en contra del uso de este tipo de productos según se vean estos como un signo de sometimiento, o como un ‘arma’, a lo mujer fatal o female avenger. Sin embargo, se olvida con frecuencia el papel que ha cumplido en la cultura como factor en el establecimiento de vínculos sociales entre mujeres”.

La mención de estos lazos recuerda a lo que comúnmente denominaríamos como ‘cosas de chicas’; clichés denostados durante siglos, ahora objeto de culto, celebración y consumo. Y, de nuevo, el ejemplo de esa exhibición cultural de lo típicamente femenino lo encontramos en la cultura pop. En el summum de esta, más bien: la Super Bowl. El evento de los eventos sirvió en 2023 de product placement a Rihanna, que aprovechó su actuación en el intermedio para maquillarse –por supuesto, con productos de su firma, Fenty Beauty– frente a 118 millones de espectadores; una marketiniana forma de hacer visible lo que antes era invisible.

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Farándula y Moda

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